Algo que nos ocurre a todos, es que cuanto más practicamos, mayor destreza logramos en eso que hemos repetido una y otra vez. Pero para que cuando llegue el momento de la verdad, el momento de ponerlo en práctica, logremos nuestro máximo nivel de destreza, es preciso no pensar en lo que hacemos, sino confiar en nuestro saber hacer, en nuestro entrenamiento, y dejarnos llevar.
Este proceso que acabo de describir, es algo que ya hemos realizado muchas veces con anterioridad, por ejemplo abrocharse los zapatos, si lo haces sin pensar, lo realizas en un segundo y con destreza, si te paras a pensar por donde tiene que pasar el cordón, te verás jugando al prueba-error y tardando bastante más tiempo en hacer el nudo.
Cuando confiamos en nuestro entrenamiento, en verdad estamos confiando en nuestro subconsciente, que además, tiene la capacidad de procesar mucha más información en mucho menos tiempo. Y los resultados son visibles, más rápidos y con mayor éxito. Sin embargo, cuando tenemos miedo a fallar, o no nos sentimos seguros del todo, trasladamos el control al consciente, por lo que en lugar de hacer lo que sabemos hacer, nos ponemos a evaluar cada paso, cada aspecto, y como consecuencia el tiempo utilizado es mayor, y la calidad del resultado suele ser menor.
Te invito a que de ahora en adelante, entrenes una y otra vez la habilidad en la que desees tener un desempeño excelente, y después, cuando llegue el momento cumbre, el momento de lograr resultados, confíes en tu saber hacer, y fluyas con lo que suceda en ese momento.