¿Te has parado a pensar por qué haces cada una de tus acciones, desde las más sencillas, hasta aquellas que tienen claras implicaciones en tu vida? Cada cosa que hacemos en nuestra vida, cada uno de nuestros comportamientos tiene un origen, y un motivo, a veces “tonto”, en ocasiones importante. Lo importante es darnos cuenta de que nuestros actos determinan nuestros resultados, y estos en buena parte, nuestra sensación de bienestar o frustración incluso.
Cosas sencillas como ducharse por ejemplo, ¿eres de los que tienen el hábito de ducharse por la mañana o por la noche? ¿Por qué? ¿Te has planteado las ventajas de cambiarlo? Podría determinar bien tu calidad de descanso o bien el tiempo que tardas en activarte. Como éste hay un sinfín de cosas que hacemos sin pensar, porque en algún momento en el tiempo lo decidimos, lo convertimos en hábito tras repetirlo decenas de veces, y hoy lo seguimos haciendo aun sin cuestionarnos si sigue siendo nuestra mejor opción.
Además, también nos sucede con cuestiones más importantes, tenemos hábitos de pensar, de tomar decisiones, etc. que arrastramos desde tiempos inmemorables, y no nos cuestionamos si podríamos tener mejores resultados sencillamente cambiando estos. No recuerdo quien fue el que dijo que el sabio duda hasta de sus propias certezas. Para poder progresar hemos de cuestionar de vez en cuando nuestros propios actos, de esta forma podremos ir refinando aquellos que puedan mejorarse, asentar más firmemente aquellos que dan resultados positivos una vez tras otra, y por supuesto, cambiar aquellos que aunque en su momento funcionaron, ahora mismo no nos dan el nivel de resultados o beneficios que deseamos.
Recuerda que tú eres el capitán de la nave, que tú eliges tus viajes diarios, y que como líder de ti mismo, has de gestionar todo tu potencial de la mejor forma posible, de modo que optimices energía, mejores resultados, y sobre todo, disfrutes de cada cosa que haces, porque a fin de cuentas, las haces porque quieres, nadie te obliga. Puede que te sientas obligado, pero en verdad nadie te obliga, tú eliges hacerlo de esa manera, siempre podrías hacerlo de otra, aunque ahora no sepas cual, pero para todo, siempre hay más de una forma de proceder.
Recuerda que tengas que hacer lo que tengas que hacer, siempre hay más de una forma posible de resolverlo, para ti, en ese momento, y con tus circunstancias, ¿cuál es la mejor forma? y por supuesto, la próxima vez que tengas viva una situación parecida, ¿merece la pena probar actuar de una forma nueva a ver que sucede?