En nuestro día a día, actuamos sin mirar más allá de las consecuencias inmediatas de nuestras acciones, y no está mal, pero es aún mejor, hacerlo teniendo en cuenta, las consecuencias de aquellas personas que nos miran, aunque no seamos conscientes de ello. Porque sí, el concepto del “Gran Hermano” que todo lo vigila, no es original de Orson Welles, desde pequeños nosotros hemos realizado esa observación de gran angular. Y de mayores, lo seguimos haciendo igual.
El que no seamos conscientes de ello, no reduce su importancia. Y da igual que no seas un personaje público que salga en la televisión, en este momento, estoy seguro que estás sirviendo de modelo para alguien. Puede que sea para tus hijos, o para tu pareja, o tal vez para un amigo, pero en tus acciones hay más atención de la que tú mismo estás poniendo. Por lo que es importante que lo tengas en cuenta, ya que es parte del legado que dejarás en este planeta, y supongo que te importa qué tipo de legado dejarás.
Te invito a que te conviertas en la persona que te hubiera gustado haber tenido cerca desde pequeño, para haber podido aprender de ella, si esa persona existiera ¿qué forma de pensar tendría? ¿qué valores y principios defendería? ¿qué decisiones tomaría en situaciones concretas que te suceden a ti?, en definitiva, ¿qué comportamientos tendría que te harían sentir orgulloso de ser su amigo y estar cerca?
Una vez que des respuesta a estas preguntas, u otras similares que puedas hacerte, ya conoces lo que tienes que cambiar para convertirte en una mejor versión de ti mismo. Solo te queda el ponerte manos a la obra. Seguro que hay muchas características que ya tienes incorporadas, por lo que esas solo tienes que mantenerlas en ti, asentarlas aún más. Y después ponerte a agregar aquellas que aún no tienes integradas totalmente. Hazlo una a una, no se trata de cambiar de la noche a la mañana, se trata de realizar una transformación duradera en el tiempo, sólida.
Lo importante es que cuando tengas, muchos, muchos años y mires hacia atrás, estés absolutamente orgulloso de la persona en la que te has convertido, y también lo estés del legado que has dejado, por la impregnación que tus actos han dejado en otras personas.