¿Recuerdas cuando veías una película y te sentías el protagonista? Dando esos saltos. ¿O tal vez eras la chica que se enamoraba del apuesto joven? Y salías del cine como si por arte de magia, en parte fueras ese personaje protagonista.
El deseo de tener poderes, de lograr proezas, de conseguir cosas que no solemos conseguir, es algo habitual desde que somos pequeños, y todo comienza con nuestros padres. Son los primeros protagonistas de la película que vemos cuando abrimos por primera vez los ojos, y ya desde entonces intentamos por todos los medios imitarlos, andando, hablando, etc. de hecho es la base de nuestro aprendizaje, desarrollamos en una edad muy temprana, la habilidad de modelar comportamientos que deseamos imitar, y de ahí que poco a poco vamos aprendiendo comportamientos, hasta llegar donde estás ahora.
Y como no podía ser de otra manera, al igual que ocurría en las películas, nuestro principal deseo cuando somos pequeños, es ser como nuestros padres, porque son nuestros héroes, y queremos hacer lo que hacen, para así poder ser como ellos. Hasta aquí es bonita la historia, y no tiene nada de malo. El problema viene, porque nosotros hemos aprendido a imitar comportamientos antes de siquiera entender el lenguaje, por lo que damos más prioridad a lo que percibimos, que a lo que racionalmente nos cuentan. Y esto es clave para una buena educación.
Como padre o madre, conviértete en el tipo de persona que quieres que tu hija o hijo sea, no se trata de que sepas cómo educarle, o cómo corregir sus errores, se trata de que seas el modelo de persona que tu hijo terminará por imitar, porque para ellos somos sus héroes, y no hay nada más importante que ser como tus héroes.
Dedica tiempo a estar con ellos para que sepan quién eres realmente, no solo esa persona que les regaña cuando no hacen los deberes, no solo la persona que les trae o lleva al colegio, es precioso que sepan mucho más de ti, no es ni siquiera necesario que se lo cuentes, ellos obtendrán su propia versión a partir de como sea tu comportamiento. Es más fácil inculcar el gusto por la lectura, si desde que son pequeños te ven leyendo, que el habitual método de obligarles a leer porque es lo correcto. Es más fácil que no crucen por donde no deben, si te ven que te esperas a cruzar por el semáforo cuando este se pone verde.
No podrás controlar el 100% de los aprendizajes que ellos hagan de todas las personas con las que se cruzarán en este mundo, pero sí puedes influenciar y mucho, siendo su héroe a edad temprana, y si hay suerte, seguir siéndolo aún cuando ya sean mayores, porque hay héroes, que cuando lo son de verdad, lo son para toda la vida.