Seguro que estás de acuerdo en que terminamos convirtiéndonos en aquello que hacemos repetitivamente, y que hacemos repetitivamente aquello que un buen día hicimos por primera vez, tal vez sin darle mucha importancia, y que en muchas ocasiones, esto que un día comenzamos a realizar, en verdad se lo vimos hacer antes a alguien. Hay muchos ejemplos, fumar es uno, la forma en la que cocinas un plato de comida concreto es otra, y así un sinfín de ejemplos.
Es curiosa la cadena de causas y efectos, que terminan por definir nuestro comportamiento y finalmente en quien nos convertimos. ¿Has observado que los niños imitan todo lo que hacen los adultos? y no una o dos veces, sino la mayor parte del tiempo. De hecho es ya famoso entre los pequeños esa gran frase de "yo también" ya sea para querer hacer, decir o poseer algo, normalmente porque su hermana, hermano u otro adulto cercano le ha precedido en disfrutar algo.
El principal objeto de imitación de un niño son sus seres más cercanos y queridos, sus padres y hermanos. Quieren ser como ellos y se esforzarán en que así sea. Cuando llegan a la adolescencia es cierto que se da también ese comportamiento más rebelde, que generalmente termina moderándose con el paso del tiempo. Ahora bien, pensemos que comportarse de forma contraria a lo que alguien hace o dice, es el negativo del comportamiento original, y como ocurre en la fotografía, una foto ya esté positivada o en negativo, no deja de tener el mismo origen.
A todos los padres les gustaría que sus hijos fueran de una u otra forma, es normal, y además es muy fácil lograrlo, se tú primero el tipo de persona que quieres que tus hijos sean, y además muéstrales las consecuencias positivas de ser así, entonces ellos desearán imitarte en positivo, y se terminarán convirtiendo en esa versión tuya, eso sí, actualizada con sus propias vivencias.