No existen las situaciones desesperadas, la pérdida de esperanza sí existe. A lo largo de nuestra vida nos hemos encontrado, y nos encontraremos situaciones que bien podrían calificarse de desesperadas. Pero la verdad que no es así, y si miras hacia atrás, aquellas situaciones que veías como desesperadas, estoy seguro que muchas más de la mitad de ellas no son para tanto hoy día, no te han afectado tanto en tu vida, y en cualquier caso, habrán podido provocar cambios, pero ni mucho menos han sido cambios desesperados.
La desesperación que vivimos en ocasiones, es más el miedo a perder las situaciones que vivimos, las cosas que tenemos, o las personas con las que nos relacionamos, más que el hecho de que suponga algo tan traumático como para etiquetarlo de desesperado. Por supuesto no quita que duela física o emocionalmente, pero suelen distar de ser desesperadas, incluso en muchos casos, son meramente transitorias, son situaciones o momentos entre dos episodios de nuestra vida, son momentos de cambio y transición, nada más.
La importancia del lenguaje con el que etiquetamos lo que sentimos vivir es crucial, ya que en una gran parte lo define, y según lo repitamos una y otra vez lo convierte en realidad, y además, nos pone el foco y dirección hacia donde ponemos nuestra energía, por lo que es muy distinto determinar que una situación es desesperada, a pensar que necesitamos encontrar esperanza para esta situación. En el primer caso es algo concluyente, por lo que para qué molestarse, mientras que en el segundo se activa una actitud de búsqueda que puede no solo hacernos más llevadero el momento, sino que además podría proporcionarnos la energía extra que nos ayude a encontrar otras oportunidades y opciones para salir lo antes posible de esa situación.