Sería fantástico que pudiéramos entrenarnos para la vida en un simulador, ¿verdad? como lo hacen los pilotos de vuelo, por ejemplo. Así podríamos ensayar una y otra vez, hasta asegurarnos que adquirimos la destreza que deseamos en ciertas habilidades.
Lo fantástico de los simuladores, es que cada vez son más realistas, lo que facilita que con mayor rapidez recrees esa experiencia ficticia como algo real, ya que en tu cerebro no hay tanta diferencia, una vez que lo repites y lo repites el número adecuado de veces. Así es como el cuerpo aprende a hacer las cosas, con repeticiones constantes, puede que sean reales o no, una vez aprendido el comportamiento, lo puedes reproducir en otros entornos.
En artes marciales se llaman katas o repeticiones de una misma llave o golpe, en la aviación se mide en horas de vuelo (que no son otra cosa que situaciones similares repetidas una y otra vez). Llegando a adquirir tal destreza, que cuando se da una situación real similar a la entrenada, puedes reaccionar (sin tener que pensar, lo que sí ocurre cuando respondes a algo) de forma inmediata, y así el nivel de agilidad es mayor, y la respuesta más rápida. En grandes líneas en esto consiste un simulador.
Pues la verdad es que de algún modo este "simulador" existe, y de forma más inconsciente que consciente, se está utilizando por millones de niños del mundo civilizado, el problema es que no siempre su uso está siendo el más adecuado. Este simulador son las consolas de videojuegos.
Según investigaciones del FBI (Federal Bureau of Investigation, Oficina Federal de Investigación), los niños agresivos que incluso llegan a matar a otros niños, tienen algo en común, y es haber "entrenado" (o jugado, como quieras verlo), a videojuegos, donde los personajes son muy realistas, en los que mataban de distintas formas a otras personas que gritaban, chillaban, y sangraban de forma cada vez más y más realista. Esto, con la constancia de la repetición incansable de un niño, llega a insensibilizarlos, llegando incluso a desvalorizar la vida misma.
A esto además, se le puede añadir la distinción de lo que es normal y de lo que no, que es correcto y que no. Si les alimentamos de películas y programas de televisión donde la violencia se toma como algo natural, e incluso, el método para resolver cualquier cuestión, en verdad, se le facilita que establezca unos patrones de comportamiento que no le ayudarán nada para vivir en el mundo que habitamos. Tal vez sí para esos otros planetas de ficción, pero no para este.
Claro está que no todos los videojuegos son como los descritos, y que todas las películas o programas de televisión tampoco. Una adecuada selección de juegos y contenidos que nuestros hijos consuman, les aportará un valor incalculable para sus vidas, y más aun, cuanto más pequeños sean, ya que estaremos facilitando que en ellos se asienten las bases de su comportamiento, así como de sus habilidades, e incluso el desarrollo de las distintas inteligencias (emocional, espacial, etc.).
Y cuidado con las "princesas" y los "príncipes", porque igualmente podemos facilitar un entrenamiento inadecuado por exceso o por defecto, es decir, entrenarles para un mundo no violento, pero igualmente ficticio. En cualquier caso, nada de esto está reñido con el desarrollo de su imaginación y su creatividad.
Está en tu mano este entrenamiento, ¿cómo quieres que sea? Y no olvides que harán más caso a lo que te vean hacer que a lo que te oigan decir.