Según el Dr. Charles Craver, de la Universidad de Miami, a raíz de un estudio realizado basado en estadísticas sobre un proyecto de 8 décadas de duración, las personas pesimistas eran más propensas a accidentes y violencia, incluyendo accidentes automovilísticos, hogareños e incluso homicidios. Esto se cree que es debido a que los optimistas afrontan los problemas directamente debido a su expectativa sobre el resultado, mientras que las personas pesimistas tienen a negarlos o a darse por vencidos.
Por otro lado el Dr. Martin Seligman, psicólogo de la Universidad de Pennsylvania, y referente mundial de los estudios en pensamiento positivo, destacó que estadísticamente los optimistas, viven 2 años más que los pesimistas.
Estos dos datos son más que suficientes para sopesar dejar los pensamientos negativos y pasarnos a los positivos. Al fin de cuentas, nos va la vida en ello. Y no solo por esa posible prolongación de vida, sino especialmente por la calidad de vida que tenemos en cada caso. Hasta aquí seguro que estamos de acuerdo, y claro, surge la pregunta: y este cambio ¿cómo se hace? La verdad que no es tan difícil, aunque si esta muy arraigada la costumbre de pensar negativamente hará falta práctica y constancia.
Lo primero es tomar conciencia de que los pensamientos son nuestros y en consecuencia tenemos la capacidad de decidir, porque es una decisión, de tenerlos de un tipo o de otro. Después es importante estar alerta para cada vez que tengamos un pensamiento negativo, preguntarnos si existe la posibilidad de que haya otra forma alternativa de pensar, más positiva. Siempre la hay. En general el pensamiento negativo se trata de una predicción de un futuro o resultado futuro de algo que no sale bien, pero la verdad es que el futuro no lo conocemos, y que las posibilidades de que las cosas sean de una forma u otra, habitualmente no las conocemos, por lo que ¿por qué pensar que va a salir mal y sufrir antes de tiempo si ese fuera el caso, o sufrir inútilmente si finalmente todo sale bien? Además, tenemos que darnos cuenta que si pensamos en positivo, estamos dando permiso a nuestro cerebro a que busque alternativas favorables, le damos la oportunidad de encontrarlas.
También por otro lado, creamos una predisposición mayor y favorable para trabajar los problemas, ya que tenemos la esperanza de que las cosas salgan bien, y a veces incluso, cuando aun a pesar de todo, si finalmente salen mal, siempre podemos quedarnos con la satisfacción de haberlo intentado todo. Y poner nuestro foco de atención en el siguiente reto.
Nadie dijo fácil, pero desde luego es posible cambiar el pensamiento de negativo o pesimista a optimista o positivo, al fin de cuentas, si nosotros no pudiéramos hacerlo ¿quién podría?
¿Controlas tus pensamientos o son tus pensamientos los que te controlan?