Así es, el fracaso ni respira, ni llora, ni sonríe, porque el fracaso no es una persona, es un acontecimiento, incluso es más, es una interpretación personal de cómo deberían ser las cosas y no fueron, no es más que eso.
Por lo que es importante darnos cuenta, que nosotros no podemos ser un fracaso, ya que somos algo absolutamente distinto, sería como comparar un plátano y el planeta Marte, ambos están en el nuestro universo conocido, pero además de eso, poco más tienen en común.
Es importante darnos cuenta de que el fracaso es solamente una interpretación de unos hechos, según quién los vea los puede ver como un fracaso o no. Hay mil interpretaciones para ello. Por lo que te invito a que cada vez que sientas que has tenido un fracaso en algo, pienses qué otras interpretaciones podrían darse, si en lugar de ser quien eres, fueras un indígena de una tribu del Amazonas ¿cómo lo interpretaría? y ¿si fueras un chimpancé? Incluso, piensa cómo lo puedes interpretar tú mismo dentro de 10 años.
El peor favor que puedes hacerte, es personalizar el fracaso en ti, confundir un acontecimiento con quién eres. No lo hagas, en ese camino solo se obtendrá decepción y tristeza. Reinterprétalo, disócialo de ti, y sigue avanzando hacia los resultados que deseas.