La forma más eficiente de llegar a un objetivo es no perderlo de vista, si miras por dónde estás caminando, terminarás por no ir en línea recta, e incluso te tropezarás más, y desaprovecharás oportunidades por no haberlas visto venir.
Cuando te entrenan como socorrista a realizar un salvamento, muy especialmente si éste es en el mar, lo primero que te enseñan es a jamás, sí, jamás perder de vista el lugar donde está la persona a salvar, o el último lugar donde la viste, si ésta se ha sumergido. Y has de nadar con la cabeza fuera del agua, y mantenerla incluso en la medida de lo posible, por encima de las olas, para así poder llegar al lugar deseado y o bien coger a la persona, o bien sumergirte y buscarla bajo el agua. ¿Qué ocurre si la pierdes de vista, aunque sea por tan solo un momento? Que después tienes dudas de si es ahí o si era en otro lugar, y comenzarás a dar vueltas, y en un caso como en este, donde el tiempo juega en tu contra, ese tiempo desperdiciado a localizar el objetivo, puede ser vital.
Pero no nos engañemos, en la vida es igual, el tiempo juega en nuestra contra, porque jamás podremos recuperar el día perdido, y nadie sabe en verdad cuánto tiempo le queda, por lo que cada minuto, cada segundo es precioso para que logres acercarte a tu objetivo, a lo que te hace feliz, a lo que merecerá la pena haber logrado, en el momento en el que sepas que tu tiempo está a punto de finalizar. Por eso es importante no perder tiempo en saber qué quieres alcanzar, y después como si de un coche se tratara, des las luces largas y te dispongas a apretar el acelerador y correr a por ello, sin despistarte en la cantidad de carteles, que te anuncian jugosas salidas a otros lugares en la carretera, que seguro que son dignos de ver y disfrutar, pero no son tan buenos como lo que tú persigues, por eso es preciso ir directo a lo que tú quieres, una vez que sabes claramente qué es.
Esto no significa que no puedas bajar la ventanilla, sacar la mano y disfrutar del placer de ir a tu deseado destino, por supuesto, que el disfrute del camino, hace aún más importante y deseado el destino. No podemos olvidarnos de que cada día que no disfrutamos, también es un día perdido, cada día que no sonreímos, es un día desperdiciado, que no podremos nunca volver a recuperar.
Por lo que te invito a que decidas un destino que de verdad desees, y a que disfrutes cada momento, cada etapa del camino que te llevará a él, porque a fin de cuentas, ¿no es esto en lo que consiste la vida?