The Sunday Tale

¿Nos vemos en Paris?

"Fundido en negro sobre el cielo en tan solo un instante, así anochecía en Meki; amanecer y anochecer …"

Fundido en negro sobre el cielo en tan solo un instante, así anochecía en Meki; amanecer y anochecer eran breves momentos apenas perceptibles en el devenir del día.

Él se dispuso a preparar el material de aquel verano acompañándose de una cerveza, pequeño tesoro y gran capricho … videos, fotos, posts … Living Meki. Ya de madrugada deslizó el par de entradas al “Silencio” en un sobre y, con trazo firme y decidido, escribió su nombre y dirección en el reverso … guardó también una breve nota antes de cerrarlo para dejarlo con el resto del correo …

Miró el universo ajustado a su muñeca y, viendo que estaba ya en los últimos minutos de la noche, decidió salir y vivir, sin techo alguno sobre su cabeza, ese bello momento en el que pareciera que alguien encendiera una luz … se enfundó su camiseta albina y vio nacer el sol en el inmenso cielo, el mismo sol que en África calentaba hasta quemar … y en Madrid apenas ahuyentaba los primeros fríos del otoño.

Ella se bajó de su ciclotte y bebió un largo trago de agua … el ejercicio físico le ayudaba a descargar ese extra de energía que parecía querer devorarla cuando pasaba demasiados días en su apartamento … pero para escribir no había más camino que encerrarse y ordenar primero todos los papeles, notas, ideas y archivos acumulados … Mientras terminaba su botella de agua, se acercó al ordenador y se dejó atrapar por el abrazo del otoño y el color de su deseo ... se encerró en un Torreón Balear envuelta en piel de serpiente ... se enredó en un Edén Mediterráneo … y miró entonces el paño del fondo del salón, el que había pintado de color chocolate hacía días; lo había hecho así con una sola intención, la de dedicar ese paño a traer algo de él a su pequeño rincón en el mundo … decidió dejar de recordar y soñar ... y pegar el vinilo al fondo … se sintió tras ello abrazada por su hogar, reconciliada en cierto modo con su vida … y se regaló una hora deliciosa.

No necesitó fijarse en el franqueo etíope para saber de quien procedía aquel sobre abandonado en su buzón … reconoció al instante aquellos trazos firmes ligeramente inclinados y lo abrió … “¿Nos vemos en París?” … llevaba ya medio mundo a sus espaldas y él un mundo entero, juntos habían recorrido inhóspitos e insospechados lugares pero París era esa promesa siempre pendiente e incumplida … y ese día … también y al fin, un sueño entre sus manos ...

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