¿Qué es la política? le preguntó uno de los pequeños locos bajitos que correteaba por el parque ajeno al aire frío que se movía entre los columpios y el tobogán; ella rió con ganas ante tamaña pregunta porque le sonó a aquel poema de Bécquer que preguntaba ¿qué es poesía? y respondía poesía eres tú... pero esa respuesta aquella mañana y hablando de política, no servía... ¿qué es la política? repitió en voz alta mirando hacia la copa de los árboles y ganando tiempo mientras pensaba en su respuesta; la política es una cosa u otra según quien la defina, respondió finalmente con cierta indecisión... claro que ante la curiosidad insatisfecha del pequeño artífice de la pregunta, tuvo que desarrollar su argumento.
Veamos, comenzó, la política es... es todo lo que tiene que ver con el gobierno de todos los países y de todas las regiones del mundo; hubiera estado bien que el pequeño se conformara con aquella respuesta, pero no lo hizo ¿y por qué decías que es una cosa distinta depende de quien lo explique?; ella sonrió y decidió llevar aquella conversación por caminos más... diversos.
Pues verás, respondió, lo decía porque aunque todos tenemos claro que la política es 'la cosa' de los gobiernos, cada uno lo entiende a su manera, por ejemplo ¿recuerdas quién es Robert Louis Stevenson? el pequeño saltó como un resorte ¡sí! gritó emocionado ¡el que escribió La Isla del Tesoro!, ella sonrió por la rapidez con la que el pequeño había identificado al escritor inglés y añadió pues Stevenson pensaba que la política es la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación...
El niño se rascó la cabeza pensando en lo que acababa de escuchar pues vaya murmuró con cierta incomprensión eso es que nos pueden gobernar los más zoquetes; ella se quedó pensando en el desencanto del pequeño, recordó a Margaret Thatcher y su afirmación acerca de que cualquier mujer que entienda los problemas de llevar una casa está muy cerca de entender los de llevar un país o peor, la de George Bernard Shaw que consideraba la política como el paraíso de los charlatanes, claro que no quería desencantar tanto al pequeño así que decidió aligerar la conversación con una chufla: ¿conoces a Groucho Marx? el pequeño respondió afirmativamente, era un cómico muy famoso pero ya se había muerto cuando yo nací.
Pues verás, le dijo ella, ese cómico tan divertido decía que la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados, ambos rieron un rato a placer a cuenta de la mofa del gran Groucho (aunque ella sabía que tenía tintes de humor negro el asunto por lo que tenía, en el fondo, de verdad).
No pasaron ni dos minutos antes de que descubriera que la curiosidad del pequeño no había sido totalmente satisfecha, lo hizo cuando escuchó una nueva pregunta ¿entonces la política es igual aunque no haya elecciones?.
Esta vez no tuvo que pensar la respuesta: sí, es política igual... lo que cambia es la forma de gobierno, donde hay elecciones y los ciudadanos eligen al gobierno es una democracia y donde los ciudadanos no eligen es una dictadura.
Es mejor la democracia, dijo el pequeño la mar de resuelto, algo que ella le concedió también al momento y decidió hacerlo presentándole a un personaje nuevo: había un político muy importante hace muchos años en Inglaterra, se llamaba Winston Churchill y decía algo así como que la democracia no era perfecta, pero que todas las formas de gobierno que se habían intentado, además de la democracia, era peores que ella así que...
Pues está claro, dijo el pequeño muy resuelto, que la democracia es mejor y ya está.
Ella no dijo nada más, estaba en lo esencial deacuerdo con el pequeño pero sabía que con el tiempo también él descubriría que a veces hay quien trata de pervertir la esencia misma de la democracia y entonces sólo la respuesta de un pueblo ilustrado podía salvarla. Ese pensamiento la incomodó más de lo que estaba dispuesta a admitir aquella tarde, quizás mañana...