Se acercaba el mundial y el mundo parecía volverse más loco de lo que acostumbraba -lo cual ya era decir...-, la palabra ganar acaba por ser el centro de tantas conversaciones como se iniciaban acerca de cualquier cosa y que terminaban por derivar en el fútbol, el fracaso o el triunfo he ahí, al parecer, la cuestión.
A ella Brasil no le sonaba a fútbol ni a carnaval por más que fuesen ambos esenciales para aquel país; le sonaba a calidez y pasión, a playas de arena blanca, a Amazonas y a selva infinita, le sonaba, más que nada, a samba y a bossa nova, a la Bethania y a Caetano Veloso; y lo de ganar le venía grande o pequeño, por no decir que no le venía.
Miraba a los ojos de la gente cuando se les encendía el tono hablando de ganar y perder, descubría entonces que se trataba de un asunto de pasión por encima de todas las cosas, pasión por algo que, de algún modo, nos une a más de cuarenta millones de personas aun siendo una mera circunstancia... Porque si uno era español iba con España, sí o sí y nada le resultaba más circunstancial que el haber nacido en un lugar y no en otro, suertes, nada más.
Claro que estaba esa sensación de pertenencia a algo más grande, de comunión entre los unos y los otros, de identificarse con unos colores que se asocian a una lengua, a unas costumbres y tradiciones y, en definitiva, a un modo de entender el mundo y la vida.
Aquel domingo ni Brasil le sonaba samba ni España estaba de fiesta, aquel domingo se velaba la previa de un mundial que, decían, había que ganar...
Y a ella, que nunca había entendido bien aquello de ganar ni perder más allá ser meros ingredientes de un cóctel mucho más rico que todo eso como es el de la vida, le dio por acomodarse en casa y poner bien alto a Caetano Veloso y saborear el día a tragos cortos y con letras nuevas; y le dio también por reconciliarse un poco con el fútbol y sus cosas, más que por la emoción de un gol, por una explicación del éxito que daba un tipo de los que jugaba al fútbol... 'el éxito requiere sacrificio, trabajo, optimismo y un afán de mejora'*.
Porque cabe que hecho el sacrificio y realizado el trabajo con la sonrisa puesta y con el único objeto de ser hoy un poco mejor que ayer, ganar o perder fuese en el fondo, lo de menos, al fin y al cabo en la vida nadie gana ni pierde siempre...
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*La frase es de Sergio Ramos, que ha estampado su firma en tres balones que sorteamos en loff.it...
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