The Sunday Tale

Feliz Navidad y

Y Feliz Navidad. Así por siempre jamás...

¡Felices fiestas! repetían algunos con inquietante insistencia, como si la felicidad y la fiesta fueran cosa de obligado cumplimiento a modo de dogma incuestionable, como si de verdad creyeran que hay eso de lo que tanto reniegan, fiestas de guardar; claro que le sorprendía más escuchar a quienes felicitaban el solsticio incluso a los más pequeños, a retacos con lengua de trapo que no sabían lo que era el solsticio ni mucho menos lograban pronunciar la palabra sin que se les trabara la lengua.

Con el Feliz Navidad que algunos seguían repitiendo se mantenía viva la llama de la Navidad primera, la que siempre debió haber sido, la de San José, la Virgen María y el Niño Jesús que, como hijo de Dios, nació para ser libre, para hacer de su vida su santa voluntad (que era la voluntad de Dios no como padre sino como parte del mismo todo: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo).

Hacía mucho tiempo que había descubierto que la Navidad no era el cava ni era el pavo, no eran los regalos ni tan siquiera la familia, la Navidad era recordar que nacemos libres, la Navidad era el nacimiento del hombre libre, era educar a los hombres para ser libres... de ahí que temiese que si moría la Navidad, la libertad perecería con ella; por eso, aunque Dickens en su incuestionable maestría literaria tendía a aburrirla, cada Navidad sacaba al señor Scrooge de la biblioteca, se tragaba su indomable espíritu de grinch con una copa (o dos) de sidra achampanada y repetía una y otra vez, camino de la Nochebuena y del día 25, Feliz Navidad.

¿Por qué repites siempre Feliz Navidad? Le preguntaron en una ocasión... no sabía si la pregunta nacía de la curiosidad, si era una petición de explicaciones que por supuesto no venía a cuento o si era sólo la puya de quien quería que la Navidad se convirtiera en un recuerdo digno del olvido... Ella sonrió antes de responder y respondió sabiendo que no sólo no serían comprendida sino que era más que probable que fuese vilipendiada: porque soy hija de Grecia, de Roma y del Dios de Israel, dijo apurando el trago de su copa para despedirse rápida y certeramente con un sonoro Feliz Navidad.

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La religión no es sólo una cuestión de fe, forma parte de nuestra cultura que es tanto como decir que es parte de lo que somos (más allá de nuestra fe en Dios o nuestra carencia de ella). Cambiemos lo que nos disguste, hagámonos mejores pero cuidémonos de renegar de lo que somos en su conjunto no sea que perdamos bienes tan sagrados como la libertad... Feliz Navidad.

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