The Sunday Tale

Ansiedad

'La vida era el peor tirano conocido...', lo sabía, lo había leído años ¡décadas! atrás, pero sólo cuando la ansiedad se hacía dueña y señora de su alma acertaba a recordarlo... tarde... y justo a tiempo.

Y aquel domingo lo recordó. Lo supo en cuanto sintió aquella intensa sensación en su pecho, aquella incapacidad para llenar sus pulmones y calmar sus nervios, cuando caminar no era suficiente, cuando bastaba el aleteo de una mariposa para remover la tensa calma en que vivía y romper el endeble equilibrio que la mantenía en pie cada día...

Una vez más, la vida le había ganado por la mano, había abducido sus sueños y los había puesto a su servicio imponiendo así su tiranía y convirtiéndola a ella en una marioneta a la que hacía bailar a su ritmo, disfrazando cada nota de un sueño por cumplir.

Pero ella sabía como derrocar aquel régimen tan amargo, tan poco democrático y tan insensible con la humanidad de las personas, sabía como derrocar aquella tiranía porque sabía que no había más enemigo que ella misma y su ansiedad.

Comenzaría por calzarse sus zapatillas y salir a correr hasta sentir que todos los músculos de su cuerpo se rendían de puro cansancio; después disfrutaría de una larga ducha y un desayuno que sería ya un delicioso brunch de otoño y sólo entonces se sentaría frente a la interminable lista de tareas de cosas urgentes e importantes entremezcladas que ocupaba su libreta, y lo haría no para cumplirla, tampoco para rendirse a la dictadura de urgencias e importancias ajenas sino para definir las propias y actuar en consecuencia.

Mientras agotaba su cuerpo dando en cada zancada un golpe a su ansiedad, no dejaba de repetirse que no caben todos los sueños en un día del mismo modo que cabe en una vida más de lo que pueda parecer, que el tiempo no corre ni vuela, marcha a paso lento para permitirnos llenarlo de nosotros mismos, que tan malo era mirar la vida pasar del mismo modo que las vacas miran al tren, como tratar de poner las manos sobre 7 sueños a la vez... porque no hay corazón que ame a dos personas a un tiempo como tampoco hay ser humano que anhele un millón de cosas imposibles... esas sensaciones de tantos amores y tantas pasiones juntas, a la vez y en un minuto son sólo fruto de la falta de introspección, de no haberse mirado lo suficiente al espejo, de no haber escuchado el ansia propia y haberse dejado alimentar por las ajenas...

Cuando enfilaba la carrera de vuelta a casa sentía ya la tranquilidad de haber mirado de frente a sus próximas metas, no eran tantas ni tenían todas la misma fecha de caducidad, había vuelto a poner su brújula en el norte y encontrado el camino de vuelta a su equilibrio.

Respirar hondo, sonreír, enfocar, organizar y perseverar... y entre un paso y otro una conversación amable, una película, un libro, un poema, una carrera, una onza de chocolate negro y un café; una fiesta, unos zapatos, un reloj, un sueño, un encuentro, una batalla y una copa para brindar siempre por la vida convirtiendo la ansiedad en ansia buena, en el deseo que sirve de alimento a ese respirar hondo, sonreír, enfocar, organizar, perseverar...

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