Así presenta Impedimenta uno de sus últimos títulos, el primero de la autora japonesa publicado por la editorial en España. Traducida por Tana Oshima, la novela de Yuko Tsushima es una oda a la supervivencia, a la capacidad de empezar de nuevo, de hallar la luz en plena oscuridad.
Cuentan que la luz de Tokio es tan ondulada como su geografía. Pese a la superpoblación y el ajetreo de una de las mayores y más vanguardistas urbes del mundo, la ciudad posee un brillo excepcional. En mitad de esa vorágine urbana en constante movimiento, una bibliotecaria recién divorciada y su pequeña de dos años se ven obligadas a superar el abandono, la pérdida, la soledad y la penumbra en la que ambas se encuentran de sopetón.
El relato comienza con dos finales: el del invierno japonés y el del matrimonio de la protagonista. Ella siente que su vida hace aguas, que de pronto, la idea de futuro que manejaba a discreción (y a golpe de dependencia emocional) se difumina entre los ecos de una declaración demoledora: (él, su marido) “necesitaba dejarlo todo y empezar de nuevo, que vivir separados era la única forma de conservar su dignidad”.
Al principio de la trama, Yuko Tsushima nos presenta a su heroína como una mujer pusilánime, perdida, sin un horizonte definido, que afronta con tremenda dignidad y fortaleza una situación compleja e imprevista. Pero eso ella todavía no lo sabe. Al contrario, parece seguir la estela de un casi exmarido empeñado en reubicarla en algún lugar adecuado según un criterio masculino tal vez proporcional a su sentimiento de culpa.
Sin embargo, dos circunstancias determinan la resilencia y el poder interior de la joven bibliotecaria que aún tenía la esperanza de no llegar a vivir sola con su hija. “—No pienso volver a casa de mi madre —respondí—. Cualquier cosa menos eso. No quiero tratar de disimular así tu ausencia”. Esa fue respuesta ante la insinuación proteccionista del marido. Y un poema. Un fragmento de Fausto, de Johann Wolfgang von Goethe: “déjate, pues, de reflexiones, y lánzate al mundo conmigo”.
Así ella se lanza hacia la luz. “Una luz que adopta distintas formas: la del sol que entra por las ventanas, la que ilumina el parque, la de los lejanos fuegos artificiales, la de las deslumbrantes aguas de las inundaciones, las farolas y unas misteriosas explosiones”. Una luz que invade todos sus espacios desde el momento en que decide ocupar la vivienda del parqué rojo que “ardía bajo el sol del oeste”.
Allí, en el Edificio Fujino Número 3, ubicado en una zona comercial cercana a la estación de tren, la bibliotecaria apocada inicia el viaje iniciático que jamás pudo imaginar. Allí, en el apartamento recién alquilado que “derrochaba luz a cualquier hora del día” y también filtraba el ruido del tráfico por todas las ventanas, descubrió el poder de la independencia y la superación. Hay que tener en cuenta que la obra se publicó en 1978, un momento en el que afrontar la maternidad de forma individual implicaba ignorar los truenos del estigma social, ignorar la mirada acusadora del resto, asumir la incomprensión y reconstruir lo imposible.
Territorio de luz es un relato poderoso, impregnado de simbolismo y sensibilidad cuya prosa se confabula con la luz para narrar una historia de superación. El libro, publicado en Japón por primera vez en 1979 y recibió el Premio Noma —uno de los más prestigiosos de la literatura japonesa— ese mismo año.
Yuko Tsushima (Tokio, 1947-2016) publicó su primer libro a los 24 años. Entre sus obras más importantes destacan Hija de la fortuna (1978; Premio de Literatura Femenina de Japón), La galería de tiro y otras historias (1973-1984; uno de los relatos, Los comerciantes silenciosos, le procuró el Premio Kawabata). Además de novelista, fue ensayista y crítica literaria, publicó numerosos artículos en varios periódicos, trabajó como profesora en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales entre 1991 y 1992, y participó activamente en iniciativas como Japan-India Writers’ Caravans, con el fin de tejer redes literarias entre distintos países.