Es el Prado, además de la pinacoteca más espectacular del mundo, un museo ruidoso e inmenso, abarrotado de gente que entra por oleadas, impacientes todos por contemplar la belleza que alberga. Cierto que el exterior es imponente, aunque no lo bastante para imaginar los tesoros guardados en su interior. Por mucho que lo visites, siempre sale al paso una maravilla nueva, un detalle escondido, un lienzo al que no habías prestado suficiente atención. Pero a veces abruma. Casi igual que las guías oficiales, magníficas, didácticas, perfectamente estructuradas e ilustradas.
El pasado 22 de diciembre, la ilustradora madrileña Ximena Maier presentó su manual personal del Prado: Cuaderno del Prado. Dibujos, notas y apuntes de una ilustradora en el museo. Lo hizo en salón de actos del museo acompañada por José Manuel Matilla, jefe de Conservación de Dibujos y Estampas del Museo, autor del prólogo del libro y cómplice del proyecto; Javier Aznar, periodista y escritor, y la escritora Carmen Posadas.
Ximena Maier muestra su particular visión de las obras del Prado. Ilustra sus textos con más de 150 acuarelas y dibujos hechos en el momento, sin bocetos ni retoques, según le iban saliendo en su deambular diario por las salas del museo. Maier retrata “su verdad”, sin academicismos ni temor alguno a lo políticamente incorrecto. Tiene cuadros favoritos, pintores inmensos que le dan mucha pereza (y lo cuenta), una lista de guapos en la que echo en falta a Durero —pero, cada una sabe lo suyo—, encabezada por un bronce de Marte que tuvo la suerte de ver resurgir de sus cenizas en la sala de restauración… Entre toda la fascinante colección de los tesoros del Prado, Maier siente debilidad por Velázquez (Sala XII, Las Meninas). Es el Fred Astaire del museo, dice. Porque su pintura es como baile, puedes contar cada una de sus pinceladas arrojadas sobre el lienzo como si nada pasara. Porque él es maestro que está por encima de todos.
La mirada de Ximena no sólo capta las obras colgadas de los muros, también se detiene en los visitantes, en su indumentaria, su comportamiento ante las pinturas, en sus chismes y cuchicheos… Al fin y al cabo, afirma, vagar por el museo es como leer el “Hola” de la época, descubrir lo que no pone en las cartelas oficiales y serias, entrar el subconsciente colectivo de España, todo reyes debiluchos y monstruos y santos.
Además, la ilustradora madrileña tuvo acceso a lugares privados —la sala de radiografías, el taller de restauración de pintura, el gabinete de dibujos y estampas, la cafetería del personal— que también plasma esta original (y excelente) guía informal del museo. He escrito guía porque lo es, porque aborda la particular manera de ver el museo de una apasionada por su pintura, su historia. Y lo hace con la frescura y la seguridad de quien ha pasado muchas horas allí dentro. Ya antes del proyecto Ximena Maier era una visitante asidua de la pinacoteca madrileña. Tal vez en algún momento se sintiera algo aturdida, pero pronto convirtió cada visita en una fiesta que anotaba en sus cuadernos. De ahí surgió la idea que hoy tenemos entre las manos.
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Cuaderno del prado: dibujos, notas y apuntes de una ilustradora en el museo. Ximena Maier. 160 págs. Nido de ratones. Castellano. ISBN: 9788494798603