Viaje al sur. Juan Marsé
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Una crónica del sur: el viaje póstumo de Juan Marsé

En 1962 y por encargo de la mítica editorial republicana en el exilio Ruedo Ibérico, Juan Marsé emprende un viaje por la Andalucía franquista. Sevilla, Málaga y Cádiz protagonizan esta crónica sureña recién publicada por Lumen.

En 1962, Juan Marsé tenía 29 años. Acababa de abandonar su trabajo de 15 años en un taller de joyería, para trasladarse a París, ejercer su vocación literaria y, de paso, mejorar su francés. Durante su estancia en la capital gala, el joven escritor novel —acababa de estrenarse en el mercado editorial con la novela Encerrados con un solo juguete— sorteaba su difícil situación económica con trabajos diversos, mientras se gestaba el que sería su primer gran éxito cuatro años después: Últimas tardes con Teresa.

En el verano de ese mismo año recibe un encargo muy especial de Ruedo Ibérico, la mítica editorial republicana en el exilio. Se trataba de contraponer la realidad española (la miseria, el chabolismo, la colonización norteamericana de Rota) con la visión que la propaganda franquista ofrecía al mundo con el fin de atraer el turismo y la inversión internacional. Con esa idea en mente, el autor de Si te dicen que caí emprende un viaje por Andalucía acompañado de su amigo Antonio Pérez y el fotógrafo Albert Ripoll Guspí. El resultado fue Viaje al sur.

Entre el 29 de septiembre y el 26 de octubre del 62, el trío se patea a conciencia las provincias de Cádiz, Málaga y Sevilla. Mientras Ripoll retrata la miseria extrema, el caciquismo, las desigualdades…—la cara, en suma, de la sociedad que el régimen pretendía camuflar en aras de una supuesta (e inexistente) prosperidad española—, Marsé se ocupaba de dar forma literaria a su crónica social. No escatima en detalles. Describe con la misma crudeza la sordidez moral de las clases pudientes y el turismo incipiente que la pobreza de la Andalucía tercermundista que desfilaba ante sus ojos.

El autor intercala en el relato recortes de la prensa franquista que daba buena cuenta de sucesos internacionales tan significativos como la crisis de los misiles rusos en Cuba, el llamado contubernio de Múnich, o nacionales como las riadas del Vallés. También incluye conversaciones, impresiones personales, descripciones psicológicas y textos de Machado o Alberti. Hay en las letras de este “desconocido” Marsé riadas de desesperanza y resignación, de descreimiento y crudeza y una visión muy crítica de la situación política española de la época. Pero también inmensas dosis de poesía, de la poesía de la miseria.

Pese a la belleza de las imágenes y la narrativa de Viaje al Sur, el libro no llegó a publicarse. Y es que, además de diversas dificultades económicas, el estilo del manuscrito de Marsé no se adaptaba a las consignas radicales de la editorial: demasiado literario, demasiado realista, demasiado pesimista con respecto a la supuesta inminente caída del régimen que tanto anhelaban los del Ruedo (y no sólo ellos). Así, entre la desidia de unos y la censura de otros, el manuscrito acabó perdiéndose. Incluso el autor olvidó su existencia. Al cabo el tiempo no recordaba siquiera que lo firmó con seudónimo (para evitar represalias políticas) ni que el editor Pepe Martínez le cambió el título.

Así llegaron los años 80, el Ruedo Ibérico se deshizo definitivamente y todos sus fondos pasaron a los archivos del Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam. Entre ellos, el famoso manuscrito jamás publicado: Andalucía, perdido amor, firmado por Manolo Reyes.

Ya convertido casi en anécdota, Andreu Jaume —con mucho ahínco y poco éxito— buscaba en Ámsterdam el libro perdido de Juan Marsé y las fotos originales (un centenar) de Ripoll. Hubo antes varios intentos de recuperar el texto primigenio, pero ni modo: las pistas se desvanecían. Ni Carmen Balcells ni, años después, el biógrafo del autor Josep María Cuenca pudieron enmendar el extravío.

La caza (infructuosa) de Viaje al sur cambió de rumbo gracias a la memoria de Marsé. En efecto, varios meses antes de morir, el auto recordó el seudónimo y el cambio de título. Jaume tecleó las palabras mágicas del Pijoaparte y ¡se hizo la luz! Escritor y editor se pusieron manos a la obra de inmediato. El primero, lápiz en mano y pese a sus problemas de salud, revisó y corrigió el texto de arriba abajo durante los últimos meses de su vida. Incluso desde el hospital gestionaba la edición definitiva preparada por Lumen y Andreu Jaume.

A caballo entre la narrativa de viajes, la denuncia política y el fotorreportaje moderno, Viaje al sur es un retrato social y moral de una España que estaba saliendo de la posguerra, de la autarquía franquista, afirman desde la editorial.

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