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Un último encuentro con Sándor Márai

Dos hombres mayores, amigos inseparables en su juventud, se citan a cenar tras cuarenta años sin verse.

Todo relato (o novela) esconde un conflicto más o menos obvio, más o menos solapado; un conflicto avivado por deseo y las pasiones, tan humano, tan vulgar, tan cotidiano que obliga al lector a tomar partido sin quererlo (o tal vez con la  peor de las intenciones, para hacerlo consciente de todos sus prejuicios, de todos sus sentimientos reprimidos por el peso aplastante de la sociedad y de lo supuestamente correcto).

Cuando el conflicto se plantea tan evidente, tan demoledor como en esta breve novela de Sándor Márai no puedo dejar de pensar en los modelos teóricos que todas las “escuelas de escritores” recomiendan a sus alumnos como ejemplos para cautivar al lector: la situación límite. Como tampoco puedo dejar de evocar a uno de los maestros del conflicto y de lo cotidiano, al inmenso Chéjov y su no menos grandioso Enemigos.

Igual que en el relato de Chéjov, en El último encuentro asistimos al desmoronamiento de toda una época, al declive de los valores de una sociedad agonizante, a la decadencia de un mundo devastado por la guerra —la Primera Guerra Mundial—, al fin de un imperio —el austro-húngaro—, mientras dos amigos, antaño inseparables, se enfrentan a la verdad tras cuarenta años de incomunicación absoluta. Una verdad empañada por la soledad, la huida, el dolor y el recuerdo de una mujer.

Una centenaria mansión situada al pie de los Cárpatos es el escenario donde va a tener lugar el último duelo entre Henrik, el viejo general de la guardia imperial y su amigo Kónrad. Sin armas, sin sangre pero no por ello menos cruel. Con el reencuentro como punto de partida y el monólogo del general (solo interrumpido por cortos diálogos altamente reveladores), Márai conduce al lector por los tortuosos caminos de la “trayectoria vital”. Aunque no lo hace de manera abrupta. Al contrario, lentamente pero sin pausa, a través de su prosa exacta, refinada, precisa y rica y los valses y el piano de Chopin como melodía de fondo, el autor nos va desvelando el verdadero carácter de sus protagonistas, las verdaderas razones de una amistad ¿rota?, el secreto demoledor desencadenante del  distanciamiento. De manera magistral e implacable, la tensión se palpa, se mastica, aumenta en cada párrafo, hasta hacerse casi insoportable.

Muy al estilo de Márai y fiel a la estética social, literaria e histórica a la que el autor nos tiene acostumbrados, la acción absorbe a un lector que sucumbe irremediablemente ante la firmeza del general o, tal vez, se deja arrastrar por el apasionado carácter de Kónrad. Y este aspecto es quizá la única pega que le encuentro a la obra: que en ciertos momentos los personajes se estereotipizan en exceso. Henrik enfrenta la realidad, analiza sus pasiones, trata de objetivizar. Piensa, comprende y espera. Espera y permanece. Inamovible. Sin embrago, ¿no podría ser ese enquistamiento otra forma de escapar tan cobarde como la de Kónrad? Porque este si se va. Abrumado por sus propios sentimientos emprende una huida desbocada que le conduce al Trópico como podría haberlo hecho a cualquier otro lugar. ¿O no? ¿Qué hay de premeditado en todo en todo ello?

Al margen de tipos y estereotipos, El último encuentro es una novela corta, deliciosa, entretenida que nos hace reflexionar acerca de la verdad como impulso vital, la libertad, la pasión, la amistad, la identidad, el arraigo, la muerte… Y todo con un trasfondo histórico cargado de melancolía y una prosa impecable.

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Título original: A gyertyak csonkig egnek
Traducción: Judit Xantus Szarvas
ISBN: 978-84-7888-601-2
Número de páginas: 192
Tipo de edición: Rústica con solapas
Sello editorial: Salamandra
Colección: Narrativa
ISBN e-book: 978-84-15470-52-6
PVP: 16,00 €
PVP e-book: 6,99 €

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