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Todo Maupassant en dos volúmenes

Páginas de Espuma publicó en 2012 una excelente edición en dos volúmenes de los cuentos completos de Maupassant, el gran maestro del cuento europeo.

Henri René Albert Guy de Maupassant nació en 1850, el año de la muerte de Balzac. En aquel momento Flaubert tenía 29 años; Émile Zola y Alphonse Daudet, 10. Creció en Normandía, feliz y asilvestrado, correteando por el campo, compartiendo las experiencias de los pastores, los campesinos, los sirvientes, los pescadores. Entraba y salía de la mansión de “Les Verguies” sin supervisión alguna. Su madre así lo quería.

Ella, Laure Le Poittevin, era un personaje muy especial. Totalmente diferente a las mujeres al uso —fumaba, escribía, pintaba, montaba a caballo y hacía lo que le daba la gana—, influyó de forma definitiva en la educación y el carácter de hijo favorito. Ambos se adoraban. De hecho, es posible que Laure fuese la única mujer a quien Maupassant amó de verdad. Con su padre, resultó todo lo contrario: una relación que comenzó agria y acabó peor y cuya imagen rápidamente sustituyó el niño Guy por la de su tío Alfred. Tenía éste una personalidad inestable, problemas psicológicos y débil salud. Murió antes de que naciera Guy. No obstante, su figura determinó el futuro literario de su sobrino por su profunda amistad con Flaubert, su  mentor, su guía y consejero.

El joven Maupassant también recibió una educación académica reglada en colegios e institutos, pero pronto se vio atraído por las letras, sobre todo por la poesía. Pero no era la lírica su mayor don. Así que, por mucho que se empeñaba, no le quedó otra que ceder su vocación poética a la prosa. En ese campo fue brillante desde el principio. La biografía del escritor galo se conoce con bastante precisión gracias a su correspondencia personal. El intercambio epistolar del escritor con su madre y con Flaubert es una fuente inagotable para descubrir sus inquietudes, sus miedos, sus deseos, su vida de excesos, absenta, violencia, sexo a destajo y burdeles.

Guy de Maupassant tenía las virtudes y defectos de su época. También la vulgaridad, el machismo de un tiempo misógino en que era “muy macho” presumir de bravuconerías y encuentros sexuales controvertidos, incluso delictivos. Tanto participaba el escritor en estas andanzas que en 1877 se le diagnosticó una sífilis galopante que probablemente llevaba varios años en su organismo. ¿Alguien cree que se preocupó, que se llevó el más mínimo disgusto, que tuvo algún remordimiento? Efectivamente, no. Su reacción fue tan cínica que no resultaría creíble si no lo hubiera escrito: “Tengo la sífilis, la verdadera, no unas purgaciones, no, no, la gran sífilis, esa de la que murió Francisco I. […] Tengo la sífilis y, por tanto, no tengo miedo a cogerla”.

Durante su etapa como poeta, el escritor frecuentaba la casa de Flaubert en Rouen, quien le pone en contacto con Louis Bouilhet, su maestro. También en este periodo juguetea con el teatro y se relaciona con escritores y artistas en cafés y tertulias literarias. Practica el remo y la caza, se divierte, se excede. Descubre y abraza el pesimismo de Schopenahuer, el naturalismo de Zola y el nihilismo de Flaubert. Más de una vez es llamado al orden por su maestro: “¡Demasiado remo! ¡Demasiadas putas! Usted ha nacido para hacer versos, siga su vocación”, le aconsejaba Flaubert. Y en cierto modo, siguió sus indicaciones y adquirió algo de disciplina. Fue a partir de entonces cuando escribió con regularidad para diferentes periódicos y revistas, alcanzado rápidamente el éxito, la fama, el dinero.

Su universo creativo se nutre de experiencias personales, historias de cazadores, costumbrismo rural, amoríos clandestinos, tipos embrutecidos, viajes exóticos. Entre cuento y cuento, una serie de novelas cortas le consagraron como escritor popular y muy demandado. Aparte de la caza, las aventuras sexuales, la enfermedad, la locura y sus peculiares relaciones con las mujeres —con las que tenía mucho éxito por su virilidad y atractivo físico—, su obra está marcada y, de algún modo, delimitada por la guerra franco-prusiana (1870-1871). Esto se refleja en muchos de sus relatos: Saint Antoine, La aventura de Walter Schnaffs, La loca

La sífilis, como era de esperar, acabó por arruinarle la vida. Ciego, aquejado de numerosos problemas mentales y físicos, se fue consumiendo entre la decadencia, las obsesiones y la chifladura. El último año de su vida se desarrolla en la clínica del doctor Blanche en París, donde lo internaron tras una tentativa de suicidio. Allí pierde el contacto con la realidad, afectado por alucinaciones constantes, delirios y pérdida total del juicio.

En enero de 2012, Páginas de Espuma publicó una cuidadísima edición de los Cuentos completos de Guy de Maupassant, el gran maestro del cuento europeo. La edición en dos volúmenes —preparada y traducida por Mauro Armiño, el más reputado especialista en la obra de Maupassant— recoge los 301 relatos que forman los Cuentos completos del autor francés. En una extensa introducción, Armiño se adentra en su vida y obra, analiza los ambientes literarios del XIX galo donde habitan escritores como Zola, Flaubert o los hermanos Goncourt.

La compilación es exhaustiva; la disección del autor, minuciosa; la investigación acerca de la narrativa francesa del siglo XIX, el contexto histórico social parisino y normando es tan perfeccionista que arroja al lector a una sociedad hoy inexistente, un mundo sin complacencias. Es así como escribe Maupassant: sumergido en los ambientes rurales normandos donde pasó su niñez y juventud; traficando con el deseo, el erotismo, la sordidez, la violencia sexual y el abuso en los burdeles parisinos; evocando las escenas de caza y cazadores que tanto disfrutaba; denigrando la zafiedad, el absurdo, lo ridículo de la guerra y el patriotismo exacerbado; ironizando sobre la hipocresía social. Todo ello sin filtros ni anestesia.

El volumen II incluye al final cinco textos inclasificables, que tratan sobre fantasía, y un ensayo sobre la literatura fantástica. Además, el recopilatorio incorpora una relación de las 55 adaptaciones teatrales y 168 cinematográficas de muchos de los cuentos. Mauro Armiño detalla en cada una de ellas la repercusión que han tenido y tienen estas narraciones más allá del ámbito literario. El resumen de todas las tramas, la clasificación temática de las mismas (adulterio, ahogamiento, amor, animales, arte de amar, asesinato, balnearios, bastardía y orfandad, cadáveres, campesinado, caza, celos, cementerio, diablo, dinero, Dios, divorcio, embriaguez, enfermedad, estrangulamiento y degollación, familia, lo fantástico, fuego, guerra, herencia, hijos, hombre viejo, impotencia, incesto, infanticidio, invalidez, justicia, libertinaje, locura, mujer, muerte, prostitución, religión, sadismo, suicidio, vejez, violencia, violación…) y el orden cronológico de los cuentos facilitan al lector la comprensión del autor, su tiempo y sus textos.

Un festín literario de casi 3.000 páginas, traducido por Mauro Armiño (que no es cualquiera, sino Premio Nacional de Traducción) puede ser el regalazo de estas fiestas. Piénsenlo.

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