Renzo Piano saltó a las primeras páginas de la arquitectura del siglo XX cuando elaboró, junto a Richard Rogers, los planos del célebre Centro Pompidou de París. El diseño, en pleno centro clásico de la capital francesa, de aquel extravagante edificio similar a una refinería petrolífera supuso entonces una bomba arquitectónica. Corría el año 1977 y la corte artística parisina no estaba acostumbrada a convivir con aquella inmensa estructura industrial pintada de colores llamativos. Recibió tantas críticas afiladas como elogios a su transgresión.
Al margen de la polémica desatada, con el sacrílego Beaubourg Renzo Piano comenzó una de las carreras artísticas más brillantes y reconocidas de la arquitectura contemporánea. A partir de entonces, su evolución profesional se ha cimentado sobre los pilares del entorno. Es el contexto urbano (o no), el mar, el paisaje sobre el que se erigen sus edificios el elemento determinante de cada uno de ellos. De esta forma Piano logra transmitir la emoción que él mismo percibe justo antes de comenzar un proyecto. Así construye el italiano la belleza, la armonía, la serenidad que presiden sus obras, siempre concebidas como espacios de encuentro y de cultura.
Son buenos ejemplos de ello el ala moderna del Art Institute de Chicago, el Whitney Museum of American Art —un edificio asimétrico de nueve plantas en el distrito de Meatpacking de Manhattan— el London Shard, el más alto de la Unión Europea. Hace poco más de un año, el ganador del Pritzker 1998, incrementó su impresionante catálogo con el bellísimo edificio en forma de cubos transparentes que alberga la Fundación y el Museo Botín, en el muelle Albareda de Santander.
Renzo Piano nació en Génova, el 14 de septiembre de 1937. Es precisamente en su ciudad natal donde verá luz su próximo proyecto: la reconstrucción del puente Morandi, trágicamente hundido el pasado verano. Se supone que en 2020 estarán terminadas las obras de un diseño que Piano presentó de forma altruista.
Con más de cinco décadas de trabajo en la mochila, Piano mantiene el entusiasmo, la pasión, la vitalidad que le proporciona un trabajo a conciencia y como él mismo afirma “la ligereza y el arte de construir”. “A cierta edad uno descubre que existe lo que los franceses llaman el fil rouge, una especie de hilo rojo que relaciona un edificio con otro a lo largo del tiempo”, confesaba hace unos meses a Philip Jodidio, autor de la recopilación de la obra del maestro italiano recientemente editada por Taschen.
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Piano. Complete Works 1966–Today. Philip Jodidio. Tapa dura con desplegable, 30,8 x 39 cm, 688 páginas. Taschen. € 150. También disponible en Edición de Arte limitada a 200 copias firmadas por el artista y acompañadas por una lámina de un boceto original de Renzo Piano.
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