Pierre Lemaitre dice que el negro lo aprendió de Hitchcock, que Truman Capote le fascinó tanto como le desconcertó y que leyendo a Agatha Christie descubrió la emoción de pertenecer a un libro más que de lo que el libro le pertenecía a él. Nacido en París en 1951, este lector precoz —comenzó a leer a Enid Blyton a los ocho o nueve años— ha sido un escritor tardío que publicó su primera novela a los 55: Travail soigné, traducido en España como Irene.
Con esta obra nació el comandante Camille Verhoeven cuya serie se completó en 2012, justo antes de cambiar el género negro por la Primera Guerra Mundial y una novela que, además del premio Goncourt 2013 fue la primera de la trilogía Los hijos del desastre: Nos vemos allá arriba (Au revoir là-haut), Los colores del incendio (Couleurs de l'incendie), 2018 y El espejo de nuestras penas (Miroir de nos peines), 2020.
Diccionario apasionado de la novela negra (Salamandra) aborda el polar —término genérico con el que los francoparlantes denominan la fusión del negro con lo policial— desde el punto vista del escritor francés. Y lo hace manera subjetiva, un tanto caótica y repleta de sentido del humor. Fruto del capricho del autor, este compendio divertido y evocador es una declaración de amor al género policial por el que ha transitado gran parte de la obra del escritor parisino. Premio que ganó, por cierto, con una novela completamente ajena a este ámbito: Au revoir là-haut (Nos vemos allá arriba).
José Antonio Soriano pone en español las palabras de Lemaitre, que advierte: “se trata de un diccionario de lo que me gusta donde ni siquiera cabe todo lo que me gusta. La selección de las entradas responde a un método un tanto peculiar que se basa en lo que solemos denominar olfato”. Es decir, que no recoge un repertorio de términos y definiciones técnicas, sino una amalgama heterogénea donde caben autores, títulos de novelas, cine, perfiles detallados de detectives, personajes o criminales ilustres (y no tanto). Incluso traza una Breve historia de la novela negra (una muy). Eso sí, sigue un riguroso orden alfabético que no elude ni siquiera para diseccionar clichés y otros artilugios propios del noir.
Por sus páginas transitan grandes como James Ellroy (que le cae horrible, aunque admira sus novelas), Dashiell Hammett, Sherlock Holmes, Jim Thompson (por este siente debilidad), Truman Capote, Georges Simenon (para él, el eterno)… Mujeres también. Aparte de Agatha Christie, conjuga el saber de Fred Vargas con el de Ruth Rendell, Enid Blyton.
Los autores franceses (Bannel, Boileau-Narcejac, Jean-Patrick Manchette, Jean-Claude Izzo, Pascal Dessaint o Tonino Benacquista) compensan la aversión que siente por el negro escandinavo. Entre los españoles nos encontramos con Manuel Vázquez Montalbán (el maestro, dice Lemaitre), Víctor del Árbol y Arturo Pérez Reverte (no por negro, sino por tocapelotas). Porque no se conforma con abordar el purismo del género. Como más bien trata de situarse (situarnos) en los orígenes de su pasión por la intriga y el misterio, se deleita con las novelas decimonónicas de Balzac y Victor Hugo.