Mircea Cărtărescu
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Mircea Cărtărescu: embajador rumano en la Feria del Libro

Mircea Cărtărescu inaugura la Feria del Libro de Madrid con un discurso sobre la “utopía de la lectura”, el oficio de escribir, la existencia de la poesía, la distancia entre leer un libro y comprender la literatura.

Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956) se encuentra en uno de los momentos más álgidos de su carrera literaria. No sólo es el más importante narrador rumano de la actualidad, tanto dentro como fuera de las fronteras de su país. El ganador del Premio Formentor de las Letras 2018 es la estrella de la 77 edición de la Feria del Libro de Madrid, que inauguró con su discurso el pasado 25 de mayo.

Solenoide (Impedimenta) es la última novela publicada por la editorial que dio a conocer en España la excepcional narrativa del autor y, tal vez, la que le ha consagrado como una de las voces literarias imprescindibles. La crítica es unánime al afirmar que se trata de una obra maestra. Desde luego el texto es una joya de la autoficción, despojada del engreimiento que suele acompañarla; un ejemplo de cómo se desdobla una personalidad, desbordante y perfectamente orquestado: el autor de éxito que retroalimenta al profesor de escuela de barrio condenado al fracaso. Casi 800 páginas donde se despliega todo el imaginario del autor gracias a la traducción impecable de Marian Ochoa de Eribe.

Por fortuna, antes hubo más. Mircea Cărtărescu mantiene con Impedimenta un idilio de casi una década que comenzó con el brutal relato El ruletista —que va por la 2ª edición—, la historia de un zumbado que se enriquece en garitos clandestinos jugándose la vida con una pistola en la sien. Con ella dio el salto a la narrativa, allá por los 90, tras varios años dedicado exclusivamente a la poesía. Él, que afirma ser mucho más poeta que novelista —“la poesía es un modo de vida y una forma de mirar el mundo”—, navega por los mares de la estética, la filosofía, la metafísica y, últimamente, por los de la ética. Un concepto farragoso, mucho más vinculado con las relaciones humanas, a través de cual profundiza en todos los elementos determinantes del conjunto de su obra: la identidad, el doble, los insectos como metáfora del mundo, el amor, Rumanía, Bucarest, su diario, su gemelo muerto.

Los ecos del Nobel, al que es uno de los candidatos más sólidos, no resuenan en exceso sobre el hombre que se convirtió en escritor sin pretender ser escritor, intoxicado por las letras de Borges, Kafka, Tolstoi, Bioy Casares, Max Blecher, Proust... “Para llegar a la cumbre de la catedral de la literatura, a lo más alto del campanario, no hay vía de acceso. Tienes que haber nacido allí”, afirmaba en El Retiro el pasado viernes, como si él hubiera nacido en otro sitio.

Su proyecto Cegador (1996-2007), una enigmática trilogía en forma de mariposa —Ala izquierdaCuerpoAla derecha—, verá la luz en España el próximo otoño, una vez más bajo el manto protector de Impedimenta. Cuentan por ahí que la obra se presenta como una memoria onírica y familiar sobre la infancia y adolescencia Cărtărescu en Bucarest durante los años 60 y 70. Dicen que se trata de una historia inquietante, introspectiva y deslumbrante acerca del paso del tiempo, los recuerdos, los miedos atávicos, la realidad y la ficción. Habrá que esperar.

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