María Lejárraga, siempre ausente de las portadas, siempre al margen del éxito y del elogio de la crítica (incluidos el libreto de El amor brujo y el argumento de El sombrero de tres picos), escribió bajo la pesada niebla del anonimato voluntario todo el repertorio que elevó a la fama a su marido.
Nacida en San Millán de Cogolla (La Rioja) en 1874, María de la O Lejárraga se alzó contra la prostitución legalizada, la pena de muerte, la guerra y el fascismo. Fue militante socialista, feminista y diputada durante la II República. Su activismo le condujo directamente al exilio donde relató su experiencia política en su libro Una mujer por los caminos de España. Se crio en Madrid, en el entonces pueblo de Carabanchel, en el seno de una familia de clase media. Tuvo acceso a la cultura, a los estudios, se codeó con la flor y nata de la Institución Libre de Enseñanza y participó en el Lyceum fundado por María de Maeztu.
Cuando se casó con Gregorio Martínez Sierra —empresario teatral, seis años menor que la escritora—, ella misma decidió desleírse tras su nombre, esconderse tras la sombra de quien se llevaba la gloria literaria, los éxitos teatrales y la visibilidad social. Ella escribía en silencio, él firmaba los textos, hasta tal punto que la mayor parte de su obra la publicó con el nombre masculino. Al menos, con sus apellidos. Fundaron revistas, compartieron experiencias escénicas e intelectuales. Parecía un equipo (casi) perfecto hasta que el fantasma de infidelidad dio al traste con el tándem.
Y es que resulta que el zángano Gregorito, no contento con vivir del sueldo, el talento y el esfuerzo de María (dentro y fuera de casa), se encaprichó la actriz Catalina Bárcena. Para entonces, el joven Martínez Sierra ya había creado su propia compañía teatral (¡menos mal!) mientras Lejárraga continuaba escribiendo en silencio —vaya usted a saber por qué extrañas razones—los éxitos del pipiolo y las escenas más bellas para lucimiento de la Bárcena, que acaparaba los mejores papeles y encima se dedicaba a maltratar a la escritora. Desde luego hay situaciones incomprensibles y aguantes infinitos. La autora trata de explicarlo en Gregorio y yo, una obra autobiográfica que relata las razones de su sumisión y renuncia a su propia identidad.
La editorial Renacimiento recupera en el volumen Viajes de una gota de agua tres piezas de teatro para niños publicados en Buenos Aires en 1954, hasta ahora inéditos en nuestro país. Las tres obras que componen este libro —Viajes de una gota de agua, En busca de una peluca y Merlín y Viviana— tienen la fantasía y la animación como elemento común. Pero también un profundo trasfondo filosófico. La que le da título narra en forma dramatizada, con un lenguaje delicado, poético y evocador, la aventura vital de la gota Clara, desde su nacimiento en el manantial hasta su llegada al mar, un viaje iniciático plagado de experiencias y de enseñanzas. Merlín y Viviana, protagonizada por un perro bonachón y una gata egoísta y presumida, nos adentra en la irracionalidad de los sentimientos amorosos, sin atender a quién los sufre. En busca de una peluca es una entretenida comedia de magia.
Juan Aguilera Sastre e Isabel Lizarraga Vizcarra prologan esta cuidada edición, la única que se publicó con su verdadero nombre. El volumen recién estrenado es "un ejercicio de nostalgia alentada por la desazón de sentir que sus libros se prohibían en España y que tampoco hallaba modo de acceder a los escenarios españoles”, subrayan Aguilera Sastre e Isabel Lizarraga.
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Viajes de una gota de agua. María Lejárraga. Ediciones Espuela de Plata. ISBN: 9788417146429