Jay McInerney no es un nombre nuevo para los fieles a Asteroide. Ya a finales del pasado año, la editorial barcelonesa publicó por primera vez en español Al caer la luz, la primera parte de una trilogía —le siguen La buena vida (2006) y Bright, Precious Days (2016)— sobre la Nueva York del siglo XXI que el autor escribió en 1992. Las tres se articulan en torno a episodios convulsos de la historia de la ciudad, hechos que la cambiaron para siempre. Además del terrible atentado de 2001, dos crisis financieras (a finales de los 80, la primera y la de 2008) pusieron fin a unas formas de vida que jamás se han vuelto a recuperar.
Nacido en Hartford (Connecticut), tras estudiar con Raymond Carver en la Universidad de Siracusa y trabajar en The New Yorker, McInerney conoció el exitazo propio de una de las épocas más salvajes de la ciudad que nunca duerme con Luces de neón (1984). Eran los tiempos de la (Literary) Brat Pack —pandilla de niñatos—, de unos jovencísimos Tom Cruise, Rob Lowe y Demi Moore, de Cindy Lauper y el Like a virgin de Madonna, Spy y fiestas hasta el amanecer. Y él, un escritor novel dispuesto a comerse la noche neoyorkina a dentelladas. El día también.
Luego, tras la caída de los ídolos de barro, el desplome de las bolsas y los brokers de Wall Street desparramados entre las ruinas de aquel lunes negro de 1987, el crack llegó a los estilos de vida hasta entonces incuestionables. Pero no a la popularidad ni la actividad literaria de Jay McInerney. Entre aquel primer bombazo y la novela que inicia su personal trilogía de Nueva York, cayeron otras tres.
Si Al caer la luz refleja cómo, casi de sopetón, se perdió aquel ritmo desaforado marcado por el dinero, la superficialidad, la cocaína, la codicia y el éxito financiero de los yuppies de la época, tras el 11S, la vida de la gran urbe y la del matrimonio Calloway se funde con el cataclismo brutal del atentado. Sangre, destrucción, miedo, rabia, dolor… Otro batacazo más que arrasa de nuevo con prioridades y motivaciones. Un mazazo tan inmenso que no sólo abrió el suelo y el cielo de Nueva York, sino que devastó el concepto de seguridad de la mitad del mundo.
En La buena vida, después de superar diversas dificultades, los Calloway siguen unidos. Russell continúa trabajando como editor, aunque en un puesto menos importante, y Corrine ha dejado su trabajo en la bolsa para dedicarse a sus dos hijos pequeños y a escribir un guion cinematográfico. A través del matrimonio protagonista de la serie, McInerney evidencia una vez más su maestría a la hora de transcribir la complejidad social y moral de la ciudad que habita.
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La buena vida. Jay McInerney. Traducción de Patricia Antón. ISBN: 978-84-17007-42-3. Puesta a la venta: 22 de octubre de 2018