Tras dos semanas abarrotando los estantes de las principales librerías españolas, preguntarse cuánto de Diego Alatriste hay en el tipo enmascarado bajo un fedora negro y solapas hasta las orejas no tiene mucho sentido. O sí. Porque quienes no hayan leído la última novela de Arturo Pérez-Reverte puede que aún sean susceptibles de caer en el romanticismo alatristreño. Pero desengáñense. Ese fulano insolente y carente de escrúpulos poco tiene en común con el héroe de Flandes. Tal vez sólo alguno de esos préstamos altruistas que el autor concede a ciertos personajes para que no los odiemos desde la página dos, le aproximen al ideal preconcebido de muchos lectores. Tampoco el telón de fondo en el que se desenvuelve Falcó se asemeja al ambiente embozado de la España del XVII. Corrupto, sí. E infame. Todo muy patrio y muy sucio, pero poco más.
Una vez dirimidas diferencias y semejanzas entre ambos personajes, se impone sumergirse en el meollo de la obra. En una España que se estrena en otra guerra fratricida —la hoguera donde se iba a consumir, o se estaba consumiendo, la mejor juventud de una y otra parte— y una personalidad, la de Lorenzo Falcó, contradictoria y convulsa. Como el tiempo que vive. A estas alturas de la película no pretendo revelar nada que no se haya dicho antes. Y como no me gusta destripar novelas, tampoco voy a recrearme en el trabajo principal del nuevo antihéroe canalla revertiano. Todos sabemos (o deberíamos saber) cómo acabó el periplo carcelario del fundador de la Falange. Pero sólo los lectores de Falcó conocen el desenlace de esta novela de intriga, espías y misiones imposibles.
Por ello, prefiero indagar en el temperamento del protagonista que es lo que de verdad me fascina. Más que en lo que enseña, en lo que esconde tras el ala de su sombrero. Hedonista, mujeriego y amoral. Mercenario de causas que ni le van le vienen. Un jeta de manual para quien el mundo es una aventura. Un momento formidable entre dos noches que no está dispuesto a perderse. Sin embargo, Falcó no se recrea en el dolor ni en la crueldad. Como tampoco permite que le quite el sueño la caterva de indeseables que le presionan ni la barbarie que le rodea. Esto es todo lo que Lorenzo Falcó permite que el lector conozca. Lo demás, lo que forma parte de un pasado enigmático que ni siquiera se atisba en las casi trescientas páginas de la novela, sólo se deja intuir en alguna frase suelta.
Porque pese a su frialdad, al que fuera un niñato jerezano de familia bien le abruma un principio ambiguo, muy antiguo, muy lejano, casi olvidado. Quizá un barco que pasaba por el mar, a lo lejos. Puede que un libro de viajes o aventuras… Y una pregunta. La que hizo saltar todas mis alarmas acerca de la sensibilidad del personaje. Eva… Tu pasado empieza mucho antes de esta guerra, ¿verdad? Porque nadie escudriña en el pasado ajeno salvo cuando arrastra el propio como una losa. Y menos en un momento donde la tensión se masca hasta en la arena dorada de una playa de Alicante. Creo que Falcó guarda un as en la manga. Otro más. Porque el lobo solitario no se acaba con esta aventura; el final, abierto, deja en el aire infinidad de cuestiones de largo recorrido que apuntan a que vamos a tener Falcó para rato.
Aparte de la novela en sí, de los personajes que habitan sus páginas o el contexto histórico, es también interesante cómo encara Pérez-Reverte el asunto de la Guerra Civil. Sin paños calientes. Con toda la violencia y la crueldad de la contienda, muestra cómo los niveles de “hijoputismo” (expresión muy del autor) andan parejos en uno y otro bando. Como la valentía, el honor, la honradez. Pues en ambos frentes hubo héroes y villanos, canallas, idealistas y guerreros de pastel… Un enfoque neutro, descarnado y hasta ahora poco tratado que ya genera innumerables controversias mediáticas. O el elenco femenino, que me reservo para otra ocasión, mientras le doy una vuelta a la rotunda Eva Rengel. Pues si generalmente las mujeres de D. Arturo dominan la trama, arrebatar a Falcó el papel principal es tarea espinosa. Así que no me hagan mucho caso, como les digo, aún tengo que pensar en ella.
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Falcó. Arturo Pérez-Reverte. Fecha de publicación: 19 de octubre 2016 Alfaguara. ISBN: 9788420419688