Los febreros madrileños suelen ser fríos y grises. Aquel miércoles de ceniza de 1837 no amaneció distinto. O sí, pues la tarde de ese 15 de febrero iba a celebrarse en el camposanto del Norte el sepelio más sonado de la capital. El silencio era absoluto, la solemnidad abrumadora. De pronto, entre la multitud surgió un muchachito esmirriado y pálido con un papel en la mano. Este vago rumor que rasga el viento es la voz funeral de una campana, vano recuerdo del postrer lamento de un cadáver sombrío y macilento que en sucio polvo dormirá mañana. Leyó a borbotones antes de enmudecer, dejando sin aliento al cortejo que acompañaba los restos de Mariano José de Larra. Pocos sabían que ese joven descolorido con pinta de hambriento era José Zorrilla. El mismo que años después iba a convertir a Don Juan Tenorio en el canalla más célebre de los escenarios españoles.
Recién llegado a Madrid, José Zorrilla acababa de escapar de la férrea dictadura paterna. Con grandes sueños en la mochila y pocas monedas en los bolsillos, el iluso mozalbete frecuentaba los círculos literarios donde poco a poco se iba abriendo camino. Desde luego, el homenaje al ilustre suicida el día de su entierro, le catapultó hacia el éxito. Poético, que no económico. Y es que al colérico D. José Zorrilla Caballero no le hacían ninguna gracia las tendencias literarias de su único hijo. Él hubiera preferido un futuro abogado, serio y prometedor. Pero el niño le salió díscolo, libertino, mujeriego y poeta. Así que se desentendió de él y el joven Zorrilla siempre anduvo a la cuarta pregunta. Eso pese a los numerosos reconocimientos públicos de su obra. Una obra extensa y prolífica, siempre difuminada bajo la alargada sombra del Tenorio.
Además de su extensa producción poética y teatral, de los cuentos y artículos periodísticos, el dramaturgo cultivó la narrativa. Es magistral Recuerdos del tiempo viejo. Una pieza autobiográfica que desvela el camino de penurias y contratiempos que el literato tuvo que sortear para vivir de sus sueños. De los sinsabores y la pobreza. Porque, como ya vaticinaba su admirado Larra, escribir en España no es llorar, es morir. Aunque también traza el retrato del ambiente cultural y social de la España del Romanticismo.
Ayer, 21 de febrero, se cumplían exactamente doscientos años del nacimiento de José Zorrilla Moral, en la calle Ceniza de Valladolid. Por ello, Ayuntamiento e instituciones han elaborado un intenso programa de actividades. Teatro, exposiciones, veladas musicales, conferencias son algunas de las propuestas para conmemorar el segundo centenario del nacimiento de uno de los dramaturgos más representados de nuestro teatro.
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Recuerdos del tiempo viejo. José Zorrilla. Fecha de publicación: marzo de 2012. Idioma: Español. ISBN: 978-84-670-3648-0. Tapa dura con sobrecubierta. Colección: Fundación Dos de Mayo. Planeta de libros.
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