Mark Cousins (Belfast, 1965) lleva toda su vida observando. ¡Ah, pues como yo!, diremos muchos de quienes nos consideramos gárgolas empedernidas, intoxicados sin remedio por el veneno de la curiosidad, la belleza (y la fealdad), la inclinación por descubrir lo que nos rodea e imaginar lo invisible. Y sí, seguramente no vamos por el mal camino. Lo que sucede con Cousins es que él lo recorrido varias veces y esa tendencia a desgranar lo que ven sus ojos lo ha convertido en pasión y profesión. Como cineasta ha firmado diversos documentales, películas sobre películas, entre ellos el archiconocido The Story of Film: An Odyssey. Una serie que aborda en quince capítulos toda la historia del cine.
Fue el resultado poco halagüeño de un test de ADN lo que impulsó definitivamente al director de cine y ensayista irlandés a poner por escrito las impresiones que el mirar le ha proporcionado a lo largo de su experiencia profesional y vital. Así nació su último ensayo, un ambicioso volumen que no sólo celebra la mirada, sino que la recorre desde todos los puntos de vista e incide en la importancia de saber mirar para comprender la inmensidad del ser humano y la historia de las civilizaciones.
Historia y arte de la mirada —Pasado & Presente, 2018— traza una personal cronología de la mirada que abarca casi toda la historia de la humanidad. Nada escapa a la mirada de Mark Cousins. Desde las culturas antiguas, las primeras esculturas, hasta las omnipresentes pantallas y la realidad virtual, Cousins compone una sinfonía de la observación a partir de su propia experiencia. La historia comienza con una pequeña humanita, recién nacida, que pone los ojos por primera en la ventana del mundo. De ella a los niños del siglo XXI jugando a cazar Pokemon hay miles de años de miradas, de interpretaciones, enfoques y formas de concebir el arte y la cultura. También de entender lo que se ve y cómo, lo que vimos, vemos y veremos y el modo en que la mirada ha marcado cada época, sociedad o civilización, sin olvidar la importancia del mirar en el ámbito científico.
A la manera de John Berger, el autor se centra especialmente en su “modo de ver”; de hecho, el libro abre con la imagen de una ventana, de su propia ventana, desde la que Cousins contempla cada amanecer tras ese mismo cristal. Así, desde la intimidad de ese agujero en la pared inicia un viaje a través de la imagen y del tiempo. Cada página está salpicada de fotografías de paisajes, de cuadros, de arquitecturas romanas, medievales o contemporáneas, de fotogramas…. junto a las reflexiones del autor, que ya advierte: “Este libro no será una historia total de la mirada. Se necesitarían mil volúmenes como este para descubrir todo nuestro mirar, los millones de miradas que hemos realizado, su estética y sus efectos. En vez de ello, nuestra historia se concentrará en determinados puntos temporales, para llevar a cabo un montaje de ciertos momentos de la mirada humana, con la esperanza de que puedan representar el resto.”
Traducido por Gonzalo Pontón, el ensayo del norirlandés nos invita a observar a través de sus ojos y también de los nuestros. Nos hace cómplices de sus impresiones y nos incita a buscar las nuestras. Pues no se trata la observación de un compartimento estanco donde sólo caben los dogmas de quien los imparte. Al contrario, Mark Cousins gestiona la mirada como una celebración. A través de una prosa deslumbrante, en ocasiones transgresora, nos guía por la aventura de lo que vemos, cómo lo hacemos y por qué.
En este viaje apasionante, el autor mira directamente a los ojos de Leonardo y de Velázquez, se detiene sin tapujos en la heterocromía de un Bowie fascinante, los films disruptivos de Andréi Tarkovski o en las perfomances posmodernas y energéticas de una Marina Abramović que utiliza el cuerpo como campo de batalla. Entre sus páginas es posible saltar de Babilonia a la Gotham de un videojuego y de las “nubes” de Friedrich a los inventos de Galileo.
Cousins huye de todo convencionalismo. Elude jerarquías, géneros, estéticas, soportes o movimientos artísticos. Compone una sinfonía visual a base de trozos de imágenes, de versos sueltos y notas escarpadas, en absoluto discordantes. Extrae los objetos de esta galería de arte de sus propias emociones, insistiendo en cómo cada uno de ellos ha enriquecido la mirada de la humanidad a lo largo de siglos.
No pierdan más el tiempo leyendo esta reseña. Mejor hagan caso a Cousins: pasen y vean.