Alaitz Leceaga escribe desde que tiene memoria, aunque dio a conocer sus primeros relatos a través de internet. A medida que publicaba, los seguidores de su página web crecían. Al principio, poco a poco; después con bastante rapidez y notoriedad. Y claro, el éxito anima, sobre todo a esas personas que siempre tienen algo para contar, que pasan la vida barruntando historias, creando personajes a los que dar vida. Y lo hacen. Así que, mientras compaginaba su trabajo no literario con su vocación de escritora, se lanzó a escribir una novela.
El bosque sabe tu nombre (Ediciones B) fue el trampolín que permitió a Leceaga dedicar todo su esfuerzo y su trabajo a la literatura. Era 2018. La novela fue finalista del premio El Ojo Crítico de RNE de Narrativa de ese año y la ganadora del premio de la Asociación de libreros de Vizcaya al siguiente. Las hijas de tierra (Ediciones B), ambientada en La Rioja, arroja un retrato de la sociedad española de finales del XIX, determinada por el caciquismo, las normas patriarcales y las dificultades que las mujeres debían enfrentar.
Su tercera novela, Hasta donde termina el mar, nace de un hecho real: un naufragio frente a las costas vizcaínas en 1878. La galerna —un temporal súbito y violento propio de los litorales del Cantábrico— que originó la tragedia acabó con la vida de los tripulantes de varios de los pesqueros que salieron a faenar aquella mañana de abril. Alaitz Leceaga se inspira en este suceso (conocido como la Galerna del Sábado de Gloria) para construir una historia de suspense y leyendas, ambientada en un pueblito costero del Golfo de Vizcaya. Ea es el nombre —también real— del escenario donde se desarrolla la trama. La autora sitúa el inicio de la novela en octubre de 1901 cuando una terrible tempestad azota los barquitos y la muerte el corazón de los habitantes de Ea.
Al día siguiente del hundimiento del vaporcito Annabelle, los nietos del patrón del barco rescatan en la cala de Natxitua a una bellísima joven, idéntica a la desaparecida veinte años atrás. Claro que a lo largo de esas dos décadas no fue la única en caer en las garras del supuesto Barba Azul, secuestrador de muchachas rebeldes.
Tintes detectivescos y aromas brontianos se entremezclan con los paisajes marinos de la costa cantábrica, las brumas de sus bosques, los acantilados y la magia de la mitología del País Vasco. Los personajes femeninos, potentes y audaces, las madres tóxicas y los secretos de familia marcan de nuevo el estilo literario de la ganadora del Premio Fernando Lara de Novela 2021, que señala como referentes indiscutibles de su prosa a Charlotte y Emily Brönte, a Daphne du Maurier y a Mary Shelley.
El paisaje (que no es un simple decorado en este caso), las leyendas y los cuentos de los pueblos costeros de Vizcaya dotan a la obra de un halo de misterio que engarza a la perfección las enigmáticas desapariciones y la vida cotidiana del pueblo. El mundo onírico de Leceaga aflora una vez más y lo hace de forma turbulenta, como las galernas del Cantábrico; pero también apacible, como la brisa de las tardes de verano y el murmullo del mar.