Era un jueves y era un día 6 que sumaba 9, que para Miguel de Santos es un número significativo. Era seis de junio y era el día de un renacer, que nacer ya había nacido aunque se había tomado su tiempo en darse cuenta de sí mismo. Se gestó hace un año y en él tuvo un vestidito de blog que a nada que comenzó a alimentarse se le hizo incómodo, pequeño, imposible y ocultaba lo mucho que en él había. Problemas de talla.
Como todo alumbramiento o migración, esperábamos los dolores propios, pero como era seis y sumaba nueva y debe tener razón Miguel todo se sucedió de la forma más sencilla imaginable. Bastó media hora para comenzar a escuchar los primeros sonidos de vida. Sin epidural y sin dolor, allí estaba, donde debía estar, con su nueva piel y su inmensidad visible. Los partos, los deseados, los que van bien, se llenan siempre de muchas flores, de ramos y racimos, de gente que viene a festejar. Así imagino yo a Miguel de Santos Fuentetaja rodeado estos días de amigos y de toda esa gente que le quiere y admira merecidamente. Él con ese brillo de paternidad estrenada. Que así estaba la última vez que le vi, al día siguiente, aún con la resaca de los cambios pero brillando, con la luz en la piel y en el rostro -que comenta es a la que hay que prestar atención y olvidarse de las arrugas- bien rodeado de gente excepcional muchos de los cuales ya son partícipes de la formación de este El Hedonista: lo alimentan, lo miman, le enseñan, lo cuidan y así es difícil que su futuro no sea el de los grandes. Porque muchos habrá, pero muy pocos como El Hedonista que a todos los que lo seguimos nos dará mucho más de lo que ya nos daba.
Es aquí donde alguien me pregunta si no somos competencia. Competentes, diría, Miguel lo es sin duda, yo sigo aprendiendo mucho. Competencia nunca. El Hedonista y Loff.it no son iguales, no se arrebatan nada el uno al otro y comparten el placer y la pasión por la belleza, por el trabajo bien hecho, por lo excepcional y diferente, y en gran medida hasta nos sentimos muy hedonistas en loff.it. Pero ancho es el mundo y entre sus millones de seres hay muchos creadores, mucho talento productivo, hay mucho que contar, más de lo que podemos abarcar juntos, muchos que necesitan voz y espacio, tanto que mostrar que incluso confluyendo, cuando se dé que hablemos de una misma cosa lo haremos de distinto modo.