Mon day mayday

Galaxias

La terraza, el mar, el rocío de Poniente y Varadero. Las tres. Las ocho y media.

La terraza, el mar, el rocío de Poniente y Varadero. Las tres. Las ocho y media. Este sencillo plato de arroz, las tostadas con aceite, tomate, sal. Las ciudades invisibles, El País de cada mañana, Esquire, el pan. Una historia sobre Henry Ford. El iphone en silencio, la lista de mensajes. Una llamada. La arena que quema, la arena fría. Otra Coca Cola Zero. Las dos de la madrugada. El sueño, el cine. Los vaqueros viejos, el polo negro de Lacoste y la chaqueta de cuadros de dos veces, mis abarcas azules. Bienvenido a Cádiz, fin de la cobertura 3G. Tu risa. La risa. ¿Lo de siempre?  El ritmo. El flamenco. Pablo Carbonell. Una pala de plástico rojo, pequeña. Eyas, good morning, good evening. El viernes trece en que se casaron dos veces. Y un chanel. Otro Pablo, Neruda, que vino un doce de julio. Los poemas. La Mamma y Pao, Paola, Paolita. El invierno. 7,50. El mar que no llega, el mar que llega. Castillos. El sol y la piel. El repaso diagonal al correo. Las respuestas y las respuestas. Bolonia, Baelo Claudia, Guzmán el Bueno. Yésica que viene de Tahivilla cada mañana. El tercer café. Paloma y su tabla. Una bandada de pequeños mosquitos. La mesa del patio, las sillas, el incómodo sofá. Un salmorejo de Juani. El vienes, el vas. Los días sin nombre. Los días sin número. Los números. Un editorial. Abrazos de Bibi.  De pie sobre el mar. Y el reflejo devuelto. La luz. Tú. Tu pelo. El sol y el agua. Los otros que son, muchos, desconocidos, similares, distintos. Las nuestras en colisión, fuerzas, masas; las nuestras enredadas; las nuestras a una distancia gravitacional; las nuestras en puntos opuestos; la fuerza gravitacional de ambas. Madrid, Cádiz e incluso Barcelona. Y una callada dama de noche. Galaxias.

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