Choco, cazón en adobo, calamares, puntillitas, ortiguillas, tomate aliñado, tortillitas de camarones a ver si aquí están mejor que aquellas otras, carné guisá, sarsita, otras dos claras con blanca, una cola, un calipo, un cono de chocolate, cinco frapulatte, vamos, el café helado ese que ni es café ni es helado tan bueno, el sol que nos hemos perdido poniéndose sobre el pinar de Barbate, la noche fresca, la una, la luna.
Los años que vuelven en el patio de atrás entre pizzas de Fillol -me ha dicho 'adiós pichurri'-, reírse (reírnos) como entonces hasta el borde del aliento, con las cosas de entonces, nuestros clásicos. Alberto y Ángel, la buena educación y los aviones de forespán que se sostienen en el aire y cuatro espumas que los llevan a la orilla, Jose María, Bea, Isa, Lolo bajo la sombrilla, Tú (-¿Te he contado que…? - Sí.), la playa sin fin más allá del vapor, el movimiento hipnótico de la cometa, el mar que nunca entra, las olas que no parecen llegar este verano. Y Miguel que llega directo al agua templada del Atlántico. ¿Templada? Eso.
Pao, Paola, Paolita que deja al irse el vacío de todo lo que ocupa con su genialidad de seis años y ese don de enamorar y de tenerme enamorado (te echo tanto de menos). Y sus ojos de mar. Candela que corre por la playa al borde de las siete volteretas siempre alegre y llena de energía. Lucía que ya me dice 'hola' y sonríe tímida con su nuevo paipo que ya se baja. Violeta y Aitana que el año que viene serán parte viva e inquieta de este mundo. Maria Ángeles, Paco, Ángela y Paco Jr. Víctor y Marina, que os estamos esperando, nos faltáis. Mari Paz, Mario y Martín que ya no se parecen ni de lejos a aquellos bebés que eran el pasado verano, ahora grandes, guapos, y a los que reconozco porque siguen como los patitos a su abuelo, Bibi, un abrazo. Nacho y Amparo, y el Bibi chico que vino de Toulouse enamorado sosteniendo una sonrisa. Irene en jarras, tan divertida y auténtica, con sus ojos claros cogida a la pelota, contando cosas, Paloma -venga, nos bajamos la tabla a ver si a la que sube tenemos suerte-, Juande, Lola, Julia, Cristina, Patri. Las heridas de un juego de pelota accidentado. La bruma de poniente que esconde África. Otra vez la una y me cojo algo de abrigo que hace fresco.
Berta que está ahí, siempre, gracias, siempre. María desde Lanzarote. Moni Peny con el cierre (cuánto mejor estabas aquí con nosotros). La Roca, la cafetería de Zahara, con su wifi, a la que se traslada esta pequeña parte de loff.it todos los veranos. Y cuatro litros de horchata, de Dolz, claro, que no puede ser de otra, que llegaron el sábado con seis docenas de fartóns y una caja de deliciosas bizcochufas, gracias Juanma, gracias.
Y esta noche se cena en el Jardín del Califa, en Vejer, porque Isa cumple años. Pocos.