Corre, prepárate Pignon, haz acopio de pelucas, de todas las que encuentres en los altillos, en los burdeles, en los baúles de los nobles caídos, compra todas las que puedas, grandes, de colores, de colores llamativos, sí, cuanto más llamativos mejor, y consigamos perfumes, perfumes almibarados, perfumes densos e inolvidables, recorramos las casas de los perfumistas y si no tienen, si no quedan perfumes en París, que formulen nuevos, que empiecen a crear nuevas fragancias, intensas, recuperemos los paños, las sedas, los lazos, las joyas, todo, todo lo que puedas, Pignon, todo, todo lo que hubiéramos escondido, o comprémoslo, Pignon, ¿me escuchas?, todo, colorido, alegre, vivo, ¿no entiendes? ¿no lo sabes?, se acaba, es el fin, se acabó, se ha dado la vuelta como una carta y entre tanta conspiración le han detenido y acusado y en la mañana le van a dar justicia al Terror, seremos libres del miedo nosotros también, nosotros que no hicimos más que lo que cualquiera, seremos libres, de ellos, de su persecución en nombre del pueblo que también somos, seremos libres, libres, libres para andar por las calles sin ser acusados de esto o de aquello, por tener o haber o haber dejado, por haber sido o haber estado, dejaremos de ser acusados incluso de haber sobrevivido y ya no será una traición el negocio entre el revuelo de tanta revolución y guerra y luchas y poderes, ya no tendremos que temer los ajusticiamientos ni volveremos a ser acusados de traicionarnos a nosotros mismos, libres, Pignon, para gritar, bailar, beber, festejar, Pignon, entiéndelo, sí, créeme, libres para lucir, para lucirnos, sin avergonzarnos de lo logrado, de lo conseguido, de nuestra procedencia, de nuestro proceder, que cuando el sol salga todos sabrán que hemos vuelto a la vida, daremos que hablar, celebraremos la vida escandalizando, sí, la vida, la libertad, la libertad de nuevo, la libertad de ser, de haber sobrevivido al Terror, al Incorruptible, a los Jacobinos, libres para dejar de susurrar y de escondernos, dejar de preocuparnos y de conspirar, se acabó el enemigo. ¡Se acabó, Pignon! ¿te das cuenta? que mañana a estas horas el sol de París nos habrá visto ya tal como somos y nos reiremos del mundo, del pueblo, ¡de la Revolución incluso!, de la oscuridad, seremos nosotros, nosotros, locos nosotros, enloquecidos de luz y horizontes, renacidos del miedo, de todo lo que llevó a tantos amigos de cabeza -¡já, la justicia!- allí donde el Incorruptible será ajusticiado en la mañana, y escucha, celebraremos sus funerales ahora, los celebraremos con grandes fiestas, fiestas de supervivientes, sí, todos los que aún quedamos, reuniremos a los nuestros, los juntaremos, sí, sí, y a todo el que quiera celebrar, a todo el que pueda, y volveremos al teatro, ¡abriremos todos los teatros! y buscaremos un nombre que deje claro que somos el exceso, sí, tú, yo, seremos el exceso que celebra el fin de los años del Terror, Pignon, ¿lo ves?, ¿qué podríamos hacer mejor que celebrarlo así? nunca más vestiremos sobriedad lo haremos con todo el lujo posible y el color, colores asombrosos, con imaginación, tú y yo seremos la nueva monarquía, seremos los reyes del mundo, coronados por tus plumas y mis sombreros, y luciremos, nos luciremos, sí, con lujo, incluso cuando no alcancemos como si tuviéramos, con todo el lujo que quepa, todo el que podamos. Saca todo lo que tenemos, apura, veamos ahora qué nos pondremos y vamos a reirnos porque nosotros seguimos vivos y enteros, que aún conservamos la cabeza, ¡no la hemos perdido, Pignon! y ya todo se acaba esta mañana y en cuanto se acabe saldremos orgullosos a la calle, orgullosos, sí, de nosotros, de lo que somos de lo que hemos logrado, que ya no hay nada que temer, Pignon, nada, y podrás perfumarte, y ponerte aquellos tocados de plumas que llevabas a las grandes fiestas, con más plumas, más lazos, más grandes aún, más altos, Pignon, dale color a tu pálida belleza, color de orgullo, color de vida, color de ser… maravillosa, la más maravillosa de todas, Pignon, tú, tu belleza que tiene que ver el mundo, la belleza que ha de ser admirada, vístete, corre, no te tapes, usa tejidos transparentes, de colores, vístete como una Suma Vestal, já, con ínfula y sufíbulo, que se te vea, que se escandalice el pueblo, sí, pero que sepa que aún cabe la belleza, y, ya sé, ya sé, a ti te haremos llamar Merveilleuse y a mí y a mi orgullo de hombre libre y despreocupado me conocerán como Incroyable.
Cuando mañana todo acabe, Pignon, sí, lo celebraremos en exceso con exceso. Y que los tristes se vistan de recuerdos.