Cuando hablamos de Supreme no estamos hablando de una de las jugosidades de la cadena de comida rápida, sino más bien de esa marca que parece pasar desapercibida pero que se ha hecho con los rostros más reconocidos del panorama internacional para ponerle cara al famoso rectángulo rojo con las letras en blanco. Esa que cosecha ventas aunque nadie sabe muy bien dónde ubicarla: si en el armario de personas ‘it’ de medio mundo o en el de raperos y skaters. Y mientras nos decidimos, para morir todos de éxito, disfrutamos de Terry Richarson y sus fotos para las campañas de Supreme.
Pues bien, resulta que ahora la marca estadounidense no termina de ponerse de acuerdo con su último aliado: Morrissey. ¿Por qué? Cuestión de elecciones… o lo que sea. Resulta que el cantante ha visto la foto y parece no verse muy favorecido, así que ha decidido acusar a la marca de utilizarla sin tener autorización del artista. A esto hay que sumarle que, de repente, Morrissey ha descubierto que Supreme está patrocinado por un gigante de emparedados de carne. ¿El problema? Pues que el cantante es vegetariano. Y ahora es cuando uno se plantea aquella cuestión de… ‘¿estamos locos?’ El caso de Supreme no es más que un simple reflejo de lo que puedes encontrarte en la esfera de los celebrities. Un mundo que la industria domina con creces en la mayoría de los casos, con contratos cerrados y todo un ejército legal por detrás que verifica hasta la última coma, pero que, como todo, a veces también sufre las consecuencias de la fama.
Y para corroborarlo nada mejor que pruebas: resulta que existe la ‘cláusula moral’, creada específicamente para que, en caso de comportamiento poco ‘adecuado’, la empresa pueda cancelar de forma inmediata la colaboración con la persona en cuestión. ¿Existen motivos suficientes para que Supreme haya puesto en marcha esta cláusula? Pasen, vean y, si pueden articular palabra- opinen… El circo ha llegado a la ciudad.