La mamma o la donna se convierte en la figura indispensable de toda familia italiana. Es la encargada de poner orden, de mantener a todos unidos y de, por supuesto, sacar adelante todo lo que se interponga en su camino. Una visión que acaba convirtiendo a la mujer en heroína y malabarista de la vida, una perspectiva que Dolce&Gabbana ha querido retratar, una vez más, en sus colecciones. En Milán el mito se ha convertido en realidad de manos de niños y modelos embarazadas, como Bianca Balti, que rinden tributo a la personificación del valor humano en medio mundo bajo la insigna de sus ya clásicos estampados y bordados.
Por fin la moda se rinde ante los pies de aquellas para las que, en realidad, surgió y que, con el paso del tiempo, ha ido idolatrizando en su versión más superficial, dejando de lado la esencia de las mujeres que disfrutan de la vida real. Sí es cierto que, aunque todavía quede en el aire el tema eterno sobre las tallas y las medidas de las modelos, posicionar a una mujer embarazada sobre una pasarela es un gran adelanto. Algo que no debería de sorprendernos, sobre todo teniendo en cuenta que las embarazadas, hasta día de hoy, no van desnuadas por la calle (gracias a dios). Pero, como ocurrió en su momento con las mujeres y hombres de raza negra, la cultura y las costumbres se vuelven a interponer con, por suerte, oportunidades que las acaban normalizando.
En cuanto a la colección, inspiración 100% focalizada en los años 60, con grandes rosas sobre vestidos y faldas que, con tonos pasteles como base, incluían frases de amor, como las que solamente saben escribir los más poéticos y románticos de la casa. Por supuesto no iba a quedar ahí la cosa: la arquitectura queda reflejada sobre este proyecto a través de árboles y casa que, mediante patrones alzados, destacan el lado más artístico de los pequeños del hogar.
Porque todo siempre es poco para la mujer de nuestras vidas…