Hace tiempo que los pantalones dejaron de representar un símbolo de rebelión para formar parte del fondo de armario de las mujeres. Como suele ocurrir con todo, la razón principal de su aparición fue una necesidad y la puesta en escena como elemento reivindicativo la llevó a cabo, como no podía ser de otra manera, Coco Chanel.
A lo largo de la historia el pantalón se ha visto sometido al castigo o avance de las tendencias fashionistas, convirtiéndose un elemento más con el que diseñadores y creativos han ido moldeando sus casas. Adaptaciones del estilo puramente masculino que han pasado por transformarlos en básicos de cualquier estilo o en prendas con una seña de identidad propia, como es el caso de los palazzo, cuyo corte característico de cintura marcada y caída ligera lo ha convertido en una de las prendas estrella en cuanto a elegancia y sofisticación nos referimos. Tanto las grandes marcas como las cadenas low-cost cuentan con ellos en todas sus versiones, en parte gracias a su atemporalidad. Los escaparates se llenan de cualquiera de sus versiones, desde las estampadas en lana hasta la última adaptación crop con los estampados más llamativos. Pero… ¿conoces el origen de este modelo? Lo podemos encontrar, una vez más, en las reglas de la sociedad.
A pesar de que muchas mujeres de la época utilizaban ya los pantalones, ciertos restaurantes de lujo de los años 60 seguían negando la posibilidad de que las mujeres abandonasen la moda que, por entonces, entendían como femenina. Así pues, decidieron censurar el acceso a toda aquella señorita que se atreviese a enfundarse unos pantalones para acudir a su establecimiento. La perspicacia y la audacia hicieron que los palazzo se convirtiesen en la alternativa como outfit de noche en sustitución a los vestidos y faldas.
Una decisión que cambió el rumbo de la moda y que nos ha permitido disfrutar a día de hoy de la feminidad y la actualidad que el palazzo desprende.