Mode et manière

Navibajas

Las luces de las calles dan paso a escaparates teñidos de rojo que sacan nuestro lado más consumista pero, ¿cuál es el origen de las rebajas?

Un mes viendo escaparates cargados de nieve, dorados, lazos, muérdago… Luces en toda la ciudad, calles a reventar y bandejas con sobrepeso que nos regalará durante semanas. Y, de pronto, todo acaba en un día. Desaparece cualquier indicio de que la Navidad nos haya conquistado durante un mes, como si hubiese sido un sueño, y los brillis, terciopelos y cosas del momento desaparecen de un plumazo para dar paso a escaparates que se tiñen de rojo con un único lema: REBAJAS.

Por supuesto las que nos interesan por aquí son las relacionadas con zapatería, complemento y trapitos varios pero, antes de ponerte manos a la obra con el trabajo de investigación sobre descuentos y porcentajes más elevados, ha llegado la hora de plantearse la gran pregunta… ¿De dónde narices surge este fenómeno que nos vuelve a todos locos y que nos convierte en los seres más satisfechos del mundo por conseguir chollos 2€ más baratos que en temporada? Por supuesto de EEUU, ¡cómo no!.

La Gran Depresión fue la culpable de eso de ‘no nos mires, únete’. Hizo que varias empresas minoristas conformasen un conglomerado con el fin de poder hacer fuerza juntos ante el panorama que tenían. La idea fue crear una línea de crédito con la que los clientes podían comprar en el momento y pagar después.

Tras la puesta en marcha de esta teoría se encontraron con un problema: ¿qué hacemos con lo que nos sobra de las temporadas? Porque hay cosas que no tienen caducidad pero en ciertos sectores, como puede ser el de la moda, el fenómeno atemporal no se ha instaurado hasta llegar al siglo XXI. ¿La solución? Vender lo que quedaba de stock a precios más reducidos para quitarse de en medio lo que no podrían vender en los próximos meses.

Y así es como enero se convierte en el mes de las navibajas, donde el espíritu más cálido de la Navidad se arranca de la sociedad para sacar el lado más salvaje del consumismo… Pues sí, todo esto sin anestesia.

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