Cuando de espectáculos se habla en el mundo de las pasarelas quien se lleva la palma es, sin duda alguna, el káiser con Chanel. El interior de un avión, un supermercado, la auténtica Habana y, por supuesto, sus inolvidables homenajes a los maestros artesanos. Podríamos decir que se ha convertido en rey y señor de los performances que últimamente acontecen en el mundo de la moda. ¿La razón de este nuevo concepto? Bueno, podríamos decir que se trata de un elemento que nos permite entender mejor las colecciones desde el punto de vista de la inspiración de su creador y, simplemente, hablar de negocios. Cada cual que elija su propia versión…
A este mundo del espectáculo se ha unido Louis Vuitton quien, a pocos meses de las Olimpiadas, ha llegado a Río con las ideas claras y todo un despligue que ha movilizado a más de 300 personas durante 5.000 horas para dar cobertura a un largo fin de semana. Más de 500 personas han sido testigo de la colección Resort 2017 de Ghesquière. El Museo de Arte Conteomporáneo de Niterói fue testigo de un idealismo brasileño en el que, según el director creativo de la marca, se ha reflejado el movimiento y la energía del país. La teoría se ha llevado a la práctica a través de estampados gráficos y cortes muy marcados. El toque futbolero tampoco faltó, por supuesto, con Pelé estampado en ciertos tops que suponía un guiño auténtico para Brasil, al igual que las pseudo chanclas que eran el modelo estrella de la colección. Todo muy moderno a excepción del tejido: el neopreno, ninguna novedad después de haber aparecido hace unos cuantos años tanto en la industria de lujo como en las cadenas de low-cost.
En definitiva, una pequeña fortuna invertida en un espectáculo que, si bien podría tener un hueco al lado de las demostraciones de Chanel, quizás se quedó un poco corto en cuanto a colección. Y se supone que el resultado es suma de todos los factores, ¿no? Pues eso, un aterrizaje algo forzoso…