Ada Lovelace.
Ciencia Humana

Tres veces treinta y seis

¿Por qué vivir si te quejas de tu juventud? / El campo de la honorable muerte / está aquí: entra en la batalla, / y juega tu alma.

¿Por qué vivir si te quejas de tu juventud?
El campo de la honorable muerte
está aquí: entra en la batalla,
y juega tu alma.

Estos versos pertenecen al poema titulado “A mis treinta y seis años” de George Gordon Byron (1788-1828), más conocido como Lord Byron. A los pocos meses, murió en Grecia, víctima de la malaria.

Pocos saben que este poeta tan conocido como extravagante, inspirador de tantos otros poetas románticos, fue el padre de Lady Ada Lovelace (1815-1851), la primera mujer programadora de la historia. Ada tuvo una vida complicada. Su madre, obsesionada con que Ada no tuviera la más mínima relación con el mundo bohemio de su padre, la encaminó hacia las ciencias, y se ocupó de que se relacionara con los mejores científicos ingleses del momento. Pero Ada, que nunca dejó de cartearse de CON su padre hasta que él murió cuando ella sólo contaba 8 años, compartía la inestabilidad emocional, la promiscuidad y ese toque impetuoso con Lord Byron.

Su amistad con Charles Babbage, reconocido como el padre de la computadora, y su empeño por hacer inteligibles sus escritos llevaron a la joven Ada a avanzar en ese terreno y escribir algún programa para la máquina de Babbage. No fue reconocida en su época, ella misma firmaba con sus iniciales para evitar que su condición femenina estropease el resultado de sus investigaciones.

Ada acabó mal sus días. Su mala salud la condujo al abismo de las drogas y el alcohol. Debido a sus problemas digestivos y respiratorios, su médico le recetó una combinación de brandy, vino, cerveza, opio y morfina, lo que le provocó trastornos, incluso alucinación mental. Murió de cáncer con 36 años, como su padre.

De los hijos de Ada Lovelace, solamente Sherezade (1845-1881), la hija ilegítima nacida de su relación con Sir David Brewster, creador del caleidoscopio, heredó su afición científica y el gusto artístico de su abuelo. Sherezade trató de aunar sus dos pasiones en la “máquina creadora” pero fracasó estrepitosamente. Cayó en una profunda depresión que, al parecer la condujo a una grave enfermedad, de la que murió... a la edad de 36 años.

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