Érase un hombre a un ramillete de leyendas pegado, érase una vez un inventor con una imaginación fantástica. Érase una vez el matemático Charles Dodgson, érase la misma vez el escritor Lewis Carrol.
Se diría que ya no hay nada nuevo que decir del personaje que creó a Alicia, la del otro lado del espejo, la del País de las Maravillas. No sé si en sus mejores sueños llegó a imaginar que sus personajes se convertirían en arquetipos: el gato de Cheshire, el conejo apresurado, la impulsiva y cruel Reina de Corazones y tantos y tantos. Como lectura infantil, como película de Disney (y mira que me pesa), Alicia ha marcado muchas generaciones de niños y grandes. De ahí hasta las recientes secuelas cinematográficas de nuestro siglo XXI, propios y extraños se han ocupado de diseccionar la vida, estudios, andanzas del matemático, el teólogo, el inventor, el dibujante, el fotógrafo y el escritor.
Mucho se ha escrito acerca de sus tendencias políticas conservadoras, de su relación con los Liddlell, de su supuesta pedofilia no confirmada.
Y también se ha escrito casi todo de su mala salud. Alto y desgarbado, alguno le describiócomo “asimétrico”por un problema en una pierna que le dejó como herencia una leve cojera. Tartamudo, a pesar de ser un gran cuenta cuentos, un estupendo mimo y un respetable cantante, se retrató a sí mismo en su magna obra como Dodo, un pájaro extinto, con fama de tonto, que no sabía volar, y que tartamudeaba: reflejaba la dificultad del propio Dodgson para pronunciar su propio apellido. Afectado de tosferina en la infancia, siempre tuvo problemas respiratorios en la edad adulta. Pero, en especial, es muy conocida su tendencia a las migrañas. Quienes las padecemos entendemos el significado profundo del dolor que se aguanta cuando se padece una migraña acompañada de la llamada “aura”, una distorsión visual que se produce en el cerebro y que, cuando es muy fuerte, puede hacerte pensar que estás enloqueciendo. Charles las padecía, y le inspiraron algunos pasajes de Alicia en El País de las Maravillas. Se trata de los pasajes más fantasiosos y psicodélicos. Tanto es asíque algunos expertos actuales consideran que podía haber padecido epilepsia del lóbulo temporal, ya que llegóa perder el conocimiento y despertarse sangrando por la nariz.
Tan sonadas fueros sus migrañas y con tanta profusión describiósus síntomas, que uno de ellos se ha bautizado como “el síndrome de Alicia en El País de las Maravillas”. Y no sin razón, porque se trata de una visión alterada por el cerebro de tu propio cuerpo. La alucinación consiste en ver una parte del cuerpo o todo él de un tamaño mayor (macropsia) o menor (micropsia) al normal. El episodio fabuloso en el que Alicia crece y mengua es un reflejo del padecimiento que Charles soportódurante años.
Como afectada de migrañas me parece realmente admirable y hermosa la capacidad para aprovechar esas distorsiones y síntomas para crear personajes, episodios e historias tan maravillosas como los personajes de Alicia. Si la energía ni se crea ni se destruye, para Charles Dodgson, o Lewis Carrol, el dolor de manera parecida, también puede transformarse en placer para otros. Un mérito más para uno de los personajes más controvertidos y atractivos de sus tiempos.