Virginia Woolf nació en Londres en 1882, dentro de una familia acomodada y con grandes influencias literarias a su alrededor. Es considerada una de las más destacadas figuras del modernismo literario del siglo XX … Pero se suicidó dejando escrito en una de sus cartas de despedida a su marido: «Estoy segura de que, de nuevo, me vuelvo loca. Creo que no puedo superar otra de aquellas terribles temporadas. No voy a curarme en esta ocasión. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar (…) No creo que dos personas hayan sido más felices que nosotros». Pero, ¿Qué es lo que le ocurría a Virginia Woolf para llevarla al suicidio aún reconociendo lo feliz que había sido?
Su primer episodio depresivo irrumpió en la adolescencia, en 1904 su primer intento de suicidio. Virginia estaba convencida de que oía voces en su cabeza que la decían que hiciera todo tipo de locuras, afirmaba escuchar a los pájaros cantar en griego y dijo ver al rey Eduardo VII espiando entre las azaleas, por lo que presentaba alucinaciones tanto auditivas como visuales, padecía fases depresivas severas y además durante toda su vida, incluso en los periodos que parecía estar más recuperada o estable, experimentaba significativos altibajos anímicos. Actualmente con un cuadro clínico como el que se desprende de su biografía se la hubiera diagnosticado un trastorno bipolar… No obstante su creatividad artística era sorprendente desde su infancia y continuó siéndolo hasta el último día.
El trastorno bipolar es una enfermedad del Sistema Nervioso Central, y se caracteriza por notables variaciones en los estados de ánimo, básicamente la persona sufre dos polos dentro de su estado de ánimo, salta de la euforia más aguda (con síntomas como hiperactividad, locuacidad, hipersexualidad, ideas de grandeza, planes irrealizables) a la depresión más profunda (apatía, baja autoestima, disminución de la sociabilidad, ideas de culpa y de muerte o suicidio), muchas veces sin escalas.
Es una enfermedad de naturaleza biológica compleja, que en principio parece tener un origen genético (en el caso de Virginia Woolf se constata que varios de sus parientes más cercanos también sufrían diversas psicopatologías) pero también es necesario que interactúen otros factores fisiológicos o ambientales junto al citado riesgo genético para que se desencadene la enfermedad.
En el estudio de psicopatologías asociadas al gremio de los artistas parece ser que una de las de mayor incidencia es el trastorno bipolar. Diversos estudios muestran que las personas bipolares en la población general tienen una repercusión estadística notablemente menor que si extrapolamos el estudio a muestras de escritores o artistas donde padecer esta enfermedad vuelca datos significativamente más altos.
Podría parecer que esta enfermedad le “facilita” su vena creativa, dado que en ocasiones se describen los cambios del sueño o del ánimo como “momentos de inspiración” e incluso la aceptación de que en escritores y artistas la incidencia de padecer un trastorno bipolar es mayor, hay que tener presente que los pacientes bipolares son más vulnerables al estrés ambiental tanto a nivel físico (falta de sueño, cambios estacionales, endocrinos, exceso de actividad, consumo de estimulantes…) como a nivel emocional, por lo que estamos ante una enfermedad que puede llegar a ser devastadora, en el caso de Virginia Woolf la llevó incluso al suicidio.
En la actualidad existen tratamientos, como el litio, que funciona estabilizando el ánimo ya que incrementa los niveles de serotonina (un neurotransmisor), de forma que “contrabalancea” los picos de euforia y los de depresión. Elegir un tratamiento adecuado facilita una mejor calidad de vida a las personas que sufren un trastorno bipolar, por lo que es sumamente importante un buen diagnostico.
Por desgracia Victoria Woolf sufrió esta enfermedad sin poder recibir un tratamiento que la mitigara pero al menos tenemos su gran obra que nos permitirá disfrutar de por vida de su legado artístico.