El ser humano sabe mentir, y miente en muchas ocasiones, es decir, falsea la verdad de forma consciente para crear imágenes o situaciones que no son verídicas, lo hacemos por diversos motivos, y por regla general, una mentira lleva a otra o la precede la creación de mentiras anteriores que sustenten la actual, lo cual crea tensión e incluso miedo al mentiroso a ser descubierto. El Mantenimiento de unas afirmaciones falsas e intentar que sean coherentes, requiere además de una buena memoria para no contradecirse y todo esto conlleva un desgaste extra de energía.
Cuando mentimos se produce una carga cognitiva mayor que cuando decimos la verdad, activándose más áreas cerebrales, al tener más actividad cerebral, aumenta el flujo sanguíneo en el cerebro, y el oxígeno en sangre. Hay múltiples áreas implicadas en la elaboración de las mentiras, el lóbulo frontal, el lóbulo temporal y el lóbulo límbico, que deben interactuar entre sí, además activamos zonas del córtex frontal, para afinar la atención y concentración.
Detectar a un mentiroso mirándole simplemente a la cara puede resultar difícil, hay personas que no muestran ningún gesto extraño mientras mienten, ni ninguna conducta que haga prever que lo que están contando no es verdad. No obstante por mucho que nos empeñemos en que no se nos note una mentira hay formas de detectar a un mentiroso, por ejemplo teniendo en cuenta los cambios fisiológicos, a través del polígrafo se miden los niveles de excitación, el ritmo cardíaco, presión sanguínea, respiración y dermis, con las mentiras los niveles normales se alteran, y de ahí se interpreta si el sujeto esta mintiendo o dice la verdad, pero no es del todo fiable ya que el nerviosismo ante esta prueba puede alterar de la misma forma estos parámetros e incluso con practica hay personas que pueden controlar sus propias respuestas fisiológicas al mentir y por tanto la validez del polígrafo es relativa.
Actualmente también existen pruebas como la resonancia magnética, que puede resultar más fiable, ya que observa los cambios cerebrales. Las imágenes de resonancia magnética proporcionan información sobre la activación cerebral que se produce durante el acto de mentir, ya que para cada uno de nuestros pensamientos tenemos una codificación, que contiene un patrón especifico de actividad cerebral, por ello dependiendo de si nuestro pensamiento es verdad o mentira se activa una u otra área del cerebro, al comparar estas diferentes activaciones es cuando podemos saber si la persona miente o no.
Con lo que a priori aunque haya sujetos mentirosos, que crean que tienen controladas sus mentiras, el cerebro les delata…