Reconocer lugares en los que nunca habíamos estado, conversaciones que no han tenido lugar con anterioridad y creer que ya las habíamos oído, sentir que una situación nueva nos es familiar, aun sabiendo que es imposible, esa sensación es un Déjà vu…
Encontramos referencias a este fenómeno desde la antigüedad, Apolonio de Triana, en el siglo I después de Cristo, decía haber conocido antes a personas que veía por primera vez. Y autores como, Edgar Allan Poe o Nathaniel Hawthorne, hacen referencian en su literatura a este fenómeno.
La explicación más extendida actualmente es que estos “momentos”, el “Déjà vu”, está relacionada con el proceso de almacenamiento de la memoria, un pequeño lapsus o retraso a la hora de percibir el estímulo externo y de ahí la sensación de que estamos ante un evento ya vivido con anterioridad, por ello las sensaciones que experimentamos resultan idénticas a las supuestamente experimentadas en algún momento del pasado.
Pero no deja de ser un proceso sobre el cual se ha investigado con interés por su relación con la memoria, puede que el “problema” está en la memoria de reconocimiento, esta memoria es la que nos hace interconectar las experiencias que vivimos, pudiendo catalogar las experiencias como nuevas o experimentadas con antelación.
Neurocientíficos del Picower Institute for Learning and Memory en el MIT creen haber identificado el mecanismo neuronal que nos ayuda a distinguir rápidamente lugares similares aunque distintos, lo que podría explicar la sensación de déjà vu. Susumu Tonegawa y sus colaboradores han explorado cómo tres regiones del hipocampo, las denominadas CA1, CA3 y la circunvalación dentada, que contribuyen a los diferentes aspectos del aprendizaje y a la formación de recuerdos.
Según este estudio la plasticidad, o la habilidad a cambiar en respuesta a la experiencia, de la circunvalación dentada contribuye al aprendizaje espacial y al ajuste del patrón de separación. Han determinado el camino en las señales nerviosas subyacente a la evocación de un lugar específico, y por ello al comparar dicho camino entre las situaciones conocidas y las que no determinan por ejemplo que si estamos en un lugar muy similar a un primer sitio que ya conocíamos, un nuevo conjunto de neuronas crea un “plano” del lugar. Al ser muy parecidos ambos lugares (el nuevo y el conocido) el nuevo conjunto de neuronas coincide parcialmente con el existente y si se da una solapación de los dos conjuntos experimentaríamos un episodio de déjà vu.
En cualquier caso, y aparte de otras muchas explicaciones menos científicas, sufrir un “Déjà vu” no deja de ser un momento que nos resulta inquietante e interesante a la vez, más común de lo que creemos y a partir del cual podemos explorar otros comportamientos de nuestra memoria.