Uno de los trastornos psicológicos más antiguos que está documentado es la Hipocondría. En la Grecia antigua, se describió este trastorno y además se le dio el nombre de “Hipocondría” ya que los griegos asociaron los cambios mentales con modificaciones de los órganos situados en la región bajo las costillas, denominada hipocondrio. Posteriormente se descartó que el hipocondrio tuviera relación con esta patología ya que los médicos empezaron a creer que los temores hipocondríacos se originaban en el cerebro, como muchas otras patologías.
La hipocondría es una interpretación catastrófica de signos corporales, es decir una preocupación e incluso convicción de tener una enfermedad grave a partir de interpretar erróneamente sensaciones físicas normales.
Curiosamente este trastorno afecta a menudo a ambientes familiares, es decir, que muchos miembros de una familia tienden a estar afectados, por lo que puede haber una predisposición genética o una influencia del ambiente que desencadena esta patología.
El hipocondriaco vive constantemente en estado de alerta y miedo a enfermar, auto diagnosticándose y sin creer los diagnósticos de los facultativos, ya que tienen la firme convicción de estar sufriendo una enfermedad, interpretan síntomas corrientes de manera exagerada. Además estas personas suelen tener una actitud catastrófica no solo ante los signos físicos que malinterpretan, sino también tienen pensamientos negativos y constantemente piensan en imágenes relacionadas con la enfermedad, imaginándose a menudo a sí mismos sufriendo las consecuencias del deterioro físico que conllevan.
Las personas con hipocondría suelen estar pendientes constantemente de cualquier cambio físico, su temperatura, tensión, etc… cualquier leve anomalía la consideren el principio de una patología mayor, buscan además información sobre enfermedades y hablan a menudo de sus “dolencias”, hablan de términos técnicos al referirse a ellas, se hacen chequeos constantes o visitan urgencias convencidos de que tienen una enfermedad grave, pueden llegar a pensar que un dolor de cabeza va a desencadenar en un tumor cerebral, sin tener ninguna base médica que lo apoye. En ocasiones, el nivel de hipocondría es tan elevado que la persona hipocondriaca consigue “generar” verdaderos síntomas orgánicos y físicos relacionados con la enfermedad que le obsesiona, como por ejemplo, acelerar los latidos del corazón, tener vómitos, cuadros de ansiedad, cefaleas, etc.
Actualmente el acceso a información ilimitado sobreinforma al paciente e incrementa los casos de hipocondría, por eso siempre hay que verificar la información que obtenemos a través de internet ya que en ocasiones aceptamos sus argumentos como válidos y de total confianza, y pueden llevarnos a error, y en el caso de los hipocondriacos agravar su patología.