Desde la Grecia antigua es común que se asocie la genialidad a la “locura”. Aristóteles creía firmemente que todos los genios tenían algún tipo de melancolía, lo que hoy diagnosticaríamos como trastorno del estado del ánimo. Platón por su parte aseguraba que la inspiración llegaba en momentos de “locura divina”.
Encontramos a lo largo de la historia biografías y autobiografías que confirman la creencia de Aristóteles corroborada por psiquiatras y testimonios directos. Podríamos al respecto pensar en afirmaciones como la de Philippe Brenot: “la exaltación creadora es íntima de la melancolía, hermana de la depresión e hija de la manía… pero también pariente cercana de la locura cuando la obra no consigue contener todos los afectos.”
Pero no es tan sencillo demostrar que la genialidad va asociada a la locura, empezando por la definición de genio que nos acerca al concepto de que un genio es aquel que destaca en algún ámbito o varios, de forma excepcional, y por lo tanto se considera que es una persona fuera de lo común, y quizá en el término “fuera de lo común” es donde equivoquemos las actuaciones de estos personajes o consideremos excentricidades como “locuras”.
Hay autores que afirman que la predisposición biológica crea personalidades dotadas con un don especial para el arte y de igual forma una tendencia al desarrollo de desórdenes psicopatológicos, tales como depresión, fobias, obsesiones, e incluso algún tipo de psicosis, además de ser más proclives a las adicciones.
Pero no se puede afirmar taxativamente que todos los grandes genios tienen asociadas psicopatologías y que ser genio conlleva algún tipo de “locura”, ni que sea necesario tener un brote psicótico para crear una gran obra, y aún así no deja de ser un tópico con cierto fundamento asociar al genio con la locura, de ahí el interés que suscita. A lo largo de la historia hay una gran cantidad de personajes que son considerados genios que provienen de familias donde se acumulan psicopatologías, como por ejemplo en el caso de Virginia Wolf, o que presentan rasgos psicóticos como Van Gogh. No podemos relacionar la melancolía con la inspiración o la exaltación hipomaníaca con la creatividad, pero puede que, por ejemplo, el sufrimiento de una depresión, que obliga a la reflexión, a la soledad, y de ahí que grandes autores aprovechen esos momentos dentro de su proceso creativo, integrándolos como parte del mismo.
Indudablemente los grandes genios de nuestra historia nos enseñan a ver el mundo con sus ojos o escucharlo con sus oídos, vemos a través de los cuadros de Van Gogh cómo percibía lo que le rodeaba, en ocasiones durante la aparición de crisis psicóticas, a través de la escritura de Virginia Wolf podemos acercarnos a los sentimientos de tristeza que conlleva la depresión, o como la música de Schumann, un gran autor que convivió con un trastorno bipolar, nos conmueve…de forma que ¿Es acertado afirmar que el genio y la locura van a la par? Seguramente no…pero quizá en ocasiones haya personajes que gracias a su “locura” hayan llegado a ser genios…