La curiosidad es algo innato en los humanos, y en los animales, un instinto natural que nos lleva a investigar lo desconocido, un deseo por conocer aquello que no sabemos, por ello estamos más perceptivos a la información y conocimiento de lo que nos suscita curiosidad para satisfacer nuestro “deseo curioso”
Pero además la curiosidad podría hacer que aprendamos más fácilmente la información, una vez que sentimos curiosidad por algo, el cerebro aprende y retiene mejor la información relacionada o no con aquello que nos suscita dicha curiosidad, al menos eso parece haber confirmado un estudio llevado acabo por una universidad de California.
Además si estimulamos la curiosidad, conseguimos que se active y tenga una mayor actividad el mismo circuito cerebral que se relaciona con la recompensa, por lo que “la motivación intrínseca en realidad involucra a las mismas áreas del cerebro que están fuertemente implicadas en la motivación extrínseca, tangible” tal y como señala Gruber, responsable de la investigación.
Finalmente, al mostrar un mayor interés por saber más, es decir cuando la curiosidad motiva nuestro aprendizaje, también se observa una mayor actividad en el hipocampo (región del cerebro fundamental para la formación de nuevos recuerdos) por lo tanto nuestro cerebro se muestra más receptivo e incluso “eficiente” para el aprendizaje.
Así que cuanto mayor es nuestra curiosidad por un tema, más fácil es aprender y retener información al respecto. Algo que puede ser muy útil a los docentes para potenciar la curiosidad del alumnado y obtener mejores resultados en su aprendizaje, pero además este tipo de investigaciones también pueden ayudar a comprender mejor la relación entre memoria y motivación y contribuir en la creación de nuevas estrategias de mejora del aprendizaje…por lo que la próxima vez que queramos aprender algo no estaría mal que fomentáramos previamente nuestra curiosidad sobre ello.