En ciertas épocas del año, como por ejemplo en Navidad nos volvemos en mayor o menor medida más generosos, y podemos actuar de una forma altruista, ese espíritu de la Navidad que hace que pensemos en los demás, en los más desfavorecidos y seamos un poco más conscientes de lo que nos rodea y más consecuentes. Si bien es cierto que no todas las personas sienten esa generosidad navideña de compartir pero afortunadamente en contraposición hay personas que no necesitan del espíritu navideño para ser generosos ya que actúan de forma altruista todo el año.
Según un estudio llevado a cabo por la universidad de Zurich las personas que se comportan más altruistamente presentan mayor cantidad de materia gris en la unión entre el lóbulo temporal y el lóbulo parietal del cerebro, en comparación con los individuos egoístas.
El altruismo es según su definición: “Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio”. Y parece ser que el que unos sean más altruistas que otros depende de una pequeña región del cerebro que influye en la predisposición al comportamiento altruista, hay estudios neurofisiológicos que apoyan que existen diferencias en la estructura cerebral que pueden estar relacionados con los rasgos y habilidades distintivos de cada personalidad.
Volviendo al estudio de la universidad de Zurich, se pretendía encontrar el origen neurofisiológico del comportamiento altruista para saber si las diferencias en este tipo de comportamiento tienen un origen neurobiológico, para ello se solicitó a un grupo de voluntarios que dividieran cierta cantidad de dinero entre ellos y otra persona anónima, se les ofreció en todo momento la opción de dar cierta cantidad mayor del dinero en beneficio de ese otro individuo desconocido. Esta variable era la señalada como “altruista”, dado que suponía ayudar a otro a costa del beneficio propio. En los resultados del experimento se encontraron diferencias en el comportamiento de los distintos participantes, de forma que algunos estuvieron siempre dispuestos a compartir el dinero con la persona anónima, y otros no querían hacerlo casi nunca.
Partiendo de investigaciones previas que demuestran que cierta región del cerebro, concretamente el lugar en que los lóbulos parietal y temporal se encuentran, está relacionada con la capacidad de ponerse en el lugar de otras personas, es decir la empatía y la capacidad para comprender los sentimientos ajenos y partiendo de igual forma de la premisa de que el altruismo está relacionado con dicha capacidad, se analizó a través de pruebas neurofisiológicas a cada participante y los voluntarios que se comportaron más altruistamente también tenían una mayor proporción de materia gris en la unión entre los lóbulos parietal y temporal.
Al margen de este tipo de estudios, no está de más que desarrollemos nuestra capacidad de empatía hacia el resto y seamos capaces de ser algo más altruistas o cuanto menos un poquito más generosos…no creo que nos “crezca” nuestra materia gris pero si nos hará crecer como personas y sentirnos mucho mejor…