Ya me diréis vosotros si merece o no la pena tener una caja de sueños por lo que cuestan tres paquetes de tabaco. Ya me diréis si no merece la pena rodearse de magia durante una tarde entera por lo que os cuestan dos entradas de cine – asumiendo el riesgo de que no os guste la película -. No me equivoco si os digo que vais sobre seguro. Ya me diréis…
En el preciso instante que abráis Te cuento, de Adolfo Suárez, os encontraréis con que los piratas de los cuentos no son lo que parecen; reviviréis abrazos, caricias y besos; viejas imágenes color sepia mezcladas con hadas y dragones que, atrévete tú ahora a decir que no eran reales. Dragones, hadas, caricias y besos, convirtiéndose en agua. Mucha agua en cada frase, en cada palabra, en cada imagen no descrita, pero que puedes ver entre las letras. Adolfo nos habla de las suyas, pero, creedme, en cada página están cada una de las vuestras.
¡Qué manera de dejar ahí desde lo más simple e inocente, hasta aquellas imágenes que llegan a machacarte cerebro y alma! Hay miles de palabras en nuestro diccionario y todos somos capaces de combinarlas para expresarnos – faltaría más -, pero la combinación correcta para decir en un par de frases todo aquello que la mayoría tardaríamos una vida y millones de sílabas en decir, podemos encontrarlo en Te cuento, leyendo cualquier página al azar.
Locura, vejez, soledad, alegría, pasión, sueños de niños y niñas, maltratos, olvido, tristeza, júbilo, recuerdo, la única compañía que necesitas, aventuras, policías y ladrones, desesperanza, optimismo, miradas, muchas miradas, magia, suicidas, hasimuris, sueños rotos, talleres de sueños, sueños y más sueños, cumplidos y destrozados, magia, paseos, dragones y agua una y otra vez. ¿He dicho sueños? Adolfo Suárez nos da la posibilidad de descubrir a un escritor que legará donde quiera llegar, quizás, incluso, hasta donde se encuentre el final de la poesía en prosa, si es que se puede llegar a ese lugar. Ya me diréis.
Te cuento lleva consigo 34 historias de las de toda la vida, en las que la cotidianeidad se convierte en una experiencia sobrenatural y las escenas de siempre aparecen una detrás de otra descubriéndonos que no es necesario salir a buscar aventuras allí donde sólo nuestra mente es capaz de llegar. No es necesario. Todo está ahí, delante de nuestros ojos y todo se puede convertir en una historia maravillosa. Tan sólo es necesario encontrar las palabras adecuadas. Quién diga que la lectura no tiene sonido, olor, color y sabor es porque no ha leído los cuentos de Adolfo Suarez Jimeno, porque no ha contemplado las fotografías que ilustran el libro, cosas habituales que todos vemos cada día, pero casi ninguno se para un momento a contemplar de verdad. Palabras e imágenes se funden en un torrente de magia en el que un muro puede convertirse en sueño y la pasión en agua.
Ya me diréis vosotros si merece o no la pena tener entre las manos la vida de cada uno de nosotros por lo que cuestan media docena de rosas. Ya me diréis…
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