Qué queréis que os diga… a mí siempre me han gustado los sonetos. De hecho es la composición poética que más me gusta, porque es la que mejor se presta al típico ciclo de cualquier historia en el que siempre hay un inicio, un nudo y un desenlace. Y es que en cualquier texto escrito hay que contar una historia. Como lo hizo Lorca no hay muchos.
Cuando en el año 1939 la familia de Federico García Lorca huyó a Francia, dejó, custodiados en la caja fuerte del Banco Urquijo, unos manuscritos del poeta, los cuales permanecerían allí durante casi tres décadas. Fue a finales de los años 60 cuando la existencia de estos manuscritos les fue revelada a un grupo de eruditos estudiosos y especialistas en García Lorca, quienes dedicaron horas de arduo trabajo para poder recomponerlos, ordenarlos y clasificarlos. Mucho tiempo transcurrió – demasiado para mantener oculta una obra maestra de tal calibre – hasta que fueron publicados por André Belamich en Francia. Estábamos ya en el año 1981 cuando ocurrió esto y hubo que esperar tres años más para poder admirar la primera publicación en España. Fue en 1984 y el diario ABC tuvo el honor de publicar en primicia y en castellano – como siempre debían haberse publicado – los 11 sonetos del inmortal poeta granadino; los Sonetos del amor oscuro.
Cuarenta y cinco años después de encerrarlos en aquella caja fuerte se pudo empezar a disfrutar de palabras mágicas, colocadas y dispuestas en un orden sobrenatural que hacen que aquello que dicen sea lo que cualquiera siempre hubiera querido decir en algún momento de su vida, pero no era capaz de encadenar esas palabras y frases en ese orden mágico. Para muestra, el final del cuarto soneto…
Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.
Que lo que no me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.
… o el principio del séptimo.
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que me pone de noche en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
No sé si será cosa mía o puede llegar a ser algo extendido, pero es que ante estos dos ejemplos ya no me salen calificativos ni expresiones dignas que puedan explicar lo que hay encerrado en esas palabras. No se me ocurre qué puede haber dentro de la cabeza de alguien para ser capaz de decir estas cosas de esta manera. No sé, de verdad que mi entendimiento no llega.
Como siempre digo, si no estáis enganchados de alguna forma a la poesía, si os resulta incomprensible o, incluso, tedioso leer poemas, no dejéis de intentarlo una vez más con los Sonetos del amor oscuro, de Federico García Lorca. Son 11 sonetos, 154 versos en total que se leen en apenas 5 minutos, o en 5 vidas enteras si uno se pone. Sólo restaría averiguar en quién pensaba Lorca cuando escribía todo esto, pero esa es una investigación que cada uno puede hacer por su cuenta y sobre la que no quiero tampoco emitir juicio alguno, puesto que da lo mismo. Cada uno puede pensar en quien quiera cuando los esté leyendo.
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Título: Sonetos del amor oscuro y Diván del Tamarit
Autor: Federico García Lorca
Sello: LUMEN
ISBN: 9788426418463
Precio con IVA: 14.90 €
Fecha publicación: 11/2010
Idioma: Español