Normalmente no lo comento desde el inicio, pero esta vez me puede la ansiedad por invitaros a leer Perros e hijos de perra cuanto antes. Os invito a todos, tanto si os gustan los perros como si no, pero os aviso de que si, como yo, amáis a los perros, este libro os dejará una marca en el alma. No quiero ponerme a hablar de perros, porque haría un extenso discurso y de lo que se trata aquí es de hablar del libro de Pérez-Reverte.
Hace muchos años creo recordar escuchar decir a Pérez-Reverte en un programa de televisión, que mataría con sus propias manos a quien viera maltratar a un perro. No sé si él lo recordará. Si por casualidades de la vida llega a leer esto, que nos lo confirme o lo desmienta si le apetece. Que Arturo Pérez-Reverte ama a los perros es evidente y no hace falta leer este libro para tener la certeza, pues a menudo en sus escritos hace referencia a esta pasión. Lo que sí deja patente, por si a alguien no lo tiene claro, es que los ama más que al género humano. Quizás esto sea demasiado radical, porque hay humanos – muchos – que merecen el esfuerzo de uno y por los que valdría la pena luchar. Lo que ocurre es que ese mismo sentimiento hacia los perros, se hace extensivo a prácticamente la totalidad. Y esa es la gran diferencia. Por cualquier perro merece la pena luchar.
Yo también he tenido siempre perro, bueno, perra, tres para ser exactos en los últimos 35 años y suscribo cada palabra y cada frase de Arturo Pérez-Reverte cuando se refiere a la mirada del perro, a los ojos del perro. Mirad, los perros no hablan porque físicamente, la forma y disposición de sus mandíbulas, lengua y garganta lo hacen materialmente imposible, pero puedo asegurar y no creo equivocarme, que si no existiera ese impedimento físico, los perros hablarían; sin embargo se comunican. Y muy bien. Lo que no hacen con el habla, lo hacen con los ojos, con la mirada. El perro tiene innumerables tipos de mirada; innumerables expresiones de sus ojos que te dicen claramente lo que están pensando, pidiéndote o contándote. Jamás he visto una mirada semejante en ningún ser humano. Siendo capaces de expresarse de esa manera, no cabe duda de que los perros piensan, recuerdan, añoran, ríen y lloran.
Esto es así y mi experiencia me dice que resulta indiscutible. Quien convive con un perro lo sabe. Y así lo expresa Pérez-Reverte, pero con una forma de contarlo qué sólo los grandes son capaces de desarrollar. Ya no digamos cuando explica la fidelidad del perro, que llega hasta el punto de dejarse matar por una caricia o una sola mirada de su amo. Claro, esto resulta muy bonito a no ser que el amo en cuestión sea esa carroña que se dedica a las peleas de perros. Perros guapos y feos, de raza, chuchos callejeros o perros ‘asesinos’. Todos tienen cabida en esta maravillosa recopilación de artículos en los que unas veces es protagonista el perro y otras sólo es actor secundario o, incluso, extra. Mención especial por mi parte a la historia de Tanis Semielfo, un Fila brasileño, de esos ‘perros terroristas’ de la peor prensa posible y protagonista de El asesino que salvó una vida. Si no convives con un perro y piensas que los que hablamos así estamos locos, lee sólo esa historia real. Te pondrá los pelos de punta y seguramente cambie tu idea.
Lo único malo del mundo del perro es la cantidad de hijos de perra que hacen de él un lugar abominable. Yo no sé si llegaría a matar a alguien, porque no me veo capaz, pero, como dice Reverte, de una buena estiba no se iba a librar el que maltratara a un perro en mi presencia.
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Título: Perros e hijos de perra
Autor: Arturo Pérez-Reverte
Colección: Hispánica
Páginas: 152 Formato: 15x24
Publicación: 19/11/2014
Precio: 14,00 €
ISBN: 9788420417868